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Destapan casos de tortura en penales de Coahuila
La responsable de Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Saltillo, Jacqueline Campbell, denunció casos de tortura en los internos de las cárceles de Coahuila, los cuales las familias rechazan denunciar públicamente por temor a las represalias que puedan sufrir.
Tras la realización de diversos recorridos por las cárceles coahuilenses, Campbell informó que documentó que algunos internos son sometidos a choques eléctricos en diferentes partes del cuerpo, golpes, y son obligados a hablar en un volumen de voz más alto cuando reciben visita de parte de sus familiares.
Las diferentes formas de tortura a la que son sometidos incluyen también la falta de comunicación con su familia; incluso, algunos de ellos han señalado que sostienen una conversación telefónica con sus familiares durante tres minutos al mes. En cambio, otros han sido aislados desde hace meses y no les han permitido recibir la visita familiar a la que tienen derecho.
“A nosotros nos pueden llegar cartas solamente diciendo: ‘busquen a mi señora, con la que perdí contacto hace 30 años’”, Jacqueline Campbell refiere que este es el caso de un hombre que busca a su esposa Gina, una mujer hipertensa, diabética y quien sufrió un infarto hace tiempo.
“Tenemos el caso de un interno que envió su caso a los juzgados federales por ser víctima de tortura desde el momento de su detención. Extrañamente cada vez que había revisiones en el cereso, el muchacho era trasladado de un módulo a otro y después de un cereso a otro”, agregó.
La responsable de Pastoral Penitenciaria denunció también que luego de los traslados de penal en penal, durante el camino, el interno es golpeado y sometido, lo mismo que en su ingreso a la nueva cárcel.
“El interno permanece las 24 horas encerrado, come dentro de su celda y no le permiten ni los tres minutos de una llamada telefónica al mes. Él desde hace un año que no recibe visita a pesar de que sus familiares van a buscarlo”.
A través de una carta escrita por él mismo interno y dirigida a los juzgados federales, explicó que era constantemente golpeado con una tabla de madera en los glúteos, y tenía cicatrices en el pene por las descargas eléctricas. Asimismo, fue víctima de quemaduras en el pecho, nariz y abdomen, que le realizaron con un encendedor y un desodorante en aerosol.
Dichas torturas habrían sido por haber entablado una demanda en contra del director del anterior penal.
De acuerdo con Jacqueline Campbell, la Pastoral Penitenciaria no tiene cifras o estadísticas de los casos de tortura que se han cometido en los penales de Coahuila, pues ellos se encargan de dar acompañamiento espiritual y no tienen un registro de cuántos casos se han registrado en los últimos años.