Día de Muertos

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Día de Muertos

Día de Muertos

Amanece el Día de Muertos

y cómo anega mar tanto

el humano Viernes Santo:

todas las tumbas son puertos.

 

Preparados y despiertos

marchamos al camposanto:

el sol es la hoz de cuanto

de verdura hubo en los huertos.

 

Pastemos, la carne es hierba

entre las fauces del viento

y en el agua busca tumba.

 

Dejemos que la luz hierva:

en el arrepentimiento

la mosca se huelga y zumba.

 

[Más luz]

Para ponerse hasta atrás,

el santo al borracho imita,

ya que siempre pide más

y además que se repita.

 

Desde atrás hacia adelante,

el borracho imita al santo,

ebrio de cualquier dios, cuanto

se aproxima al Dios distante.

 

Por las gradas del parnaso

asciende dando traspiés,

pues las alas en los pies

sólo entorpecen su paso.

 

Con tanto Dios insondable,

deja que el silencio hable.

 

Heredad del náufrago

No hay algo peor que un avaro,

que nada atesora: pobre,

tañe y esmalta su cobre

cual si fuese un metal raro.

 

Su fracaso vende caro:

construye una torre sobre

un charco de agua salobre

y la ofrece como un faro.

 

El salario de la nada

devora cualquier fortuna:

el pobre es un potentado

 

que en grande abundancia ayuna.

El polvo no lo degrada,

flota por él exaltado.

 

A la multitud se aúna

y náufrago, sobrenada

como un soberbio ahogado.