Enrique Rocha Jiménez, quién fue declarado como culpable por el delito de homicidio en riña que cometió contra su propio vecino, no logró obtener el beneficio que tanto esperaba, quedar en completa libertad sin la necesidad de comparecer cada semana.

El presidente de la sala penal número 9, Pedro López Medrano, le dictó sentencia 5 años con 8 meses de prisión y seguir con la medida cautelar de estar en libertad monitoreado con brazalete electrónico.

Sin embargo, va a estar obligado a reparar el daño con la cantidad de 420 mil pesos  más una multa económica de 700 pesos en efectivo y de plazo un año para que se acerque a los familiares y en caso de no cumplirlo se ordenará su prisión inmediata al penal varonil.

Antes de que dieran a conocer su veredicto, el imputado declaró ante el titular de dicho tribunal, que el crimen en el que fue involucrado le afectó en lo laboral, al grado de que ha sostenido conflictos con la familia de la víctima, hasta se mudó de la colonia donde vive.

A la victima Juan Francisco Lara, lo conocía desde la niñez, tenía una buena relación de amistad con la esposa y los niños, hasta que el 2 de agosto sostuvo un conflicto y todo cambió, pues asegura que fue provocado.

Tras liarse a golpes lo lesionó y su entorno laboral cambió, ya que no le dieron empleos formales como el de repartidor, vendedor donde obtenía sueldos superiores a los 5 mil y ahora se desempeña acomodando cartón reciclado en una empresa y donde su salario no rebasa los mil 200 pesos por semana.

También sus hijos se vieron afectados, recibían insultos, luego se dio oportunidad al hijo desmintió el dicho de Enrique Rocha y recuerda que el 2 de agosto se encontraba drogado y estaba molesto porque su padre no quiso unirlo al equipo de Futbol soccer.

Asegura que su madre fue agredida por un grupo de tres o más personas y se metió a defenderlo, pero el comportamiento de Enrique Rocha era incontrolable.

El imputado no estuvo de acuerdo con la decisión del juez y reveló que muy apenas gana de salario la cantidad de mil pesos por semana y la enfermedad de por vida que padece su hija mayor, no le va permitir reparar el daño.