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Dignidad

En años, el inicio de uno nuevo, como este 2017, no había sido tan lleno de tanta incertidumbre. La investidura de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos de América ha venido a alimentar aún más este muy incierto comienzo.
Quien durante la campaña presidencial se dedicó a vilipendiar a los mexicanos, chinos y musulmanes; a burlarse de las mujeres y a enfocar sus baterías en contra de los medios de comunicación inició el arranque de sus funciones oficiales culpando a los medios.

Así, durante su encuentro con los empleados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para tratar de limar asperezas luego de su enfrentamiento al conocerse el resultado de las elecciones y que la CIA sugiriera la intromisión de Rusia en ellas, Trump fustigó de nuevo a los medios, señalando a los periodistas que se ocupan de él “como algunas de las personas más deshonestas sobre la tierra”.

¿Cuánto tiempo podrá continuar con sus insolencias y bravatas? Trump, acostumbrado a que todo gire alrededor de sí, entra en sus discursos siempre en primer plano. “Los amo y los respeto”, dijo a los miembros de la CIA, “y les aseguro que no hay hombre que tenga sentimientos más fuertes con la CIA que Donald Trump”. El egocéntrico millonario intentará hacer que todo funcione alrededor de sí mismo, pero se topará con la prensa seria que se respete en Estados Unidos. Y pese a intentar hacer su propio discurso a través de los medios digitales de internet, particularmente su cuenta de Twitter, no resolverá un asunto de imagen con la prensa ni ante el mundo si su postura continúa siendo antiética, antihumana, en términos contundentes.

Entre las primeras disposiciones de este hombre que llegó a la Casa Blanca estuvo cancelar el idioma castellano en el acceso a la página oficial de internet del recinto oficial. No mide el impacto de sus ofensas, pero debió tenerlo claro al observar, a través de los medios de comunicación a los que tanto vitupera, la marcha masiva de mujeres latinas, norteamericanas y de otros países más, que protestaron contra él inmediato a la toma de posesión. Una marcha que se compuso de un número mucho más elevado de los asistentes a su acto de posesión del cargo, contando, además, con figuras destacadas que han dejado inscrito su mensaje en contra del mandatario.

Las voces que debe escuchar Donald Trump están en todas estas mujeres. Están en los propios medios de comunicación. Están en todos los norteamericanos que no votaron por él, que constituyen la mayoría. Están en los servicios de inteligencia y en los ciudadanos conscientes del peligro que representa para su propio país.

¿Qué nos espera a los mexicanos? Lo que la dignidad nos dicte. El presidente Enrique Peña Nieto tiene ante sí un inconmensurable reto de índole ético y de dimensión histórica. Debe tener muy claro qué tipo de relación esperamos los mexicanos que mantenga con el Presidente de Estados Unidos empeñado en continuar menospreciando y amenazando al pueblo de México.

Por fortuna, Trump no es Estados Unidos. No representa lo mejor de su cultura ni lo mejor de su historia. Tampoco honra a personajes como Abraham Lincoln o Martin Luther King. Figuras representativas de una sociedad que no casan en lo absoluto con lo que pregona Trump y que ofrece en su discurso discriminatorio y ofensivo.

Que Enrique Peña Nieto haga honor a los personajes que han hecho brillar a nuestro País. Que el Presidente de México haga honor a los millones de ciudadanos mexicanos ofendidos por Donald Trump, y que su cuestionable encuentro con él, ya inminente, del 31 de enero próximo, haga respetar la dignidad y la autonomía de los mexicanos que luchan día tras día con su trabajo, por dotar al País de oportunidades, de una mejor existencia: vivir con tranquilidad, con paz, en armonía y sin rebajarnos ante nadie.