“Se jubiló primero en el Zaragoza y según él ya no iba a continuar pero no pudo estar sin los alumnos”, contó, “entonces mi papá se podría considerar una leyenda por mucha gente, que lo estima, que lo quiere, fue un maestro de los de antes, de los que te podía llamar la atención; era enérgico, muy amoroso, intachable”.
También lo recordaron como un excelente quarterback en el equipo de fútbol americano de la Normal, quien en dupla con su hermano Beto se convirtieron en estrellas de la escena deportiva de entonces, además, como entrenador del equipo de básquetbol del
Colegio Zaragoza llevó a este conjunto a ser uno de los mejores tres de la ciudad rivalizados solo por el
Ateneo Fuente y el Colegio México.
Del mismo modo, como director de la banda de guerra de las dos instituciones donde principalmente dio clases se convirtió en un referente de disciplina y rigor para sacar la mayor calidad de los músicos.