Discursos violentos

Usted está aquí

Discursos violentos

La ética del discurso tiene como precursores a Karl-Otto Apel y a Jürgen Habermas y la soporta la idea de la responsabilidad moral. En un mundo plural como en el que vivimos, casi en cualquier parte del planeta, se requieren nuevos mínimos de convivencia dadas las complejas situaciones que aparecieron desde la segunda mitad del siglo XX donde ya no era posible una visión unilateral de las cosas. Al tiempo, Lyotard, Rorty, MacIntyre y Adela Cortina profundizaran en esta reflexión.

Problemas medioambientales, la cuestión de la producción a grande escala, el derecho internacional, cuestiones bioéticas, la economía y por supuesto la política requerían de consensos donde la responsabilidad ocupará el papel principal. Los autores, llegaron a la conclusión de que se requería una ética del discurso que tuviera como idea fundamental el “deber ser”, donde por una parte como decía Apel, toda persona es un interlocutor válido que atiende a un deber en particular, pero sobre todo que debe de asumir la responsabilidad por las consecuencias de sus actos. 

La reflexión surge en el marco de la Filosofía Política, donde el concepto de responsabilidad asume un carácter toral ya no solo en lo moral sino en lo ético y en lo político, es heredera de la teoría moral kantiana, donde el imperativo categórico es fundamente, ahí la felicidad se encuentra en el cumplimiento del deber por el deber mismo. Porque los individuos son autónomos se da una responsabilidad moral cuando se realizan acciones, cualquiera que ellas sean. Tenemos una responsabilidad tanto como personas, como sociedad, como organizaciones, como universidades, en fin. Y por ser ética del discurso su contexto y aquí ésta la separación de Kant se encuentra en la ciencia de la comunicación, pero igual, como lo propone Kant, las acciones o el discurso debe de ser universalizable. La argumentación juega un papel esencial. Aquí se buscan acuerdos y consensos.

¿A qué viene todo esto? A que quiero recomendar a los medios de comunicación y a los candidatos a la presidencia de la República los escritos de Apel, Habermas, Cortina y los demás teóricos de esta corriente ética, que nos enseñan a responsabilizarnos a través del discurso, del impacto que el mismo provoca en la realidad. Un discurso donde en el centro ésta el cuidado de todo aquello que nos rodea y donde en el plano humano toda persona ha de ser tenida como un interolocutor válido, el tema de la dignidad humana ésta a la base.

Así que me parece fuera de lugar que los medios y los mismos candidatos se rasguen las vestiduras sobre el tema de los discursos violentos; tanto el acusado como los acusadores, me refiero a los candidatos, promueven invariablemente la violencia discursiva. Los candidatos acusándose entre sí y siempre haciendo lo que critican. Es decir, es un doble discurso descarado que ha venido fragmentando la sociedad en general.

El objeto formal de los medios es el de comunicar, pero apegándose a los hechos; es decir, a la verdad. Su prioridad debe de ser la construcción del bien común. Tener una continua referencia al bien, servir a la verdad y buscar que se de en la misma la tolerancia y el diálogo. Por tanto, si se quejan de que hay un candidato que promueve la violencia a través del discurso, recuerden que ustedes se convierten en caja de resonancia de ese discurso del que viven y del que levantan sus raitings. No sugiero, que no se ventilen las notas que tengan violencia verbal, sino que como tamiz seleccionen las notas que están libres de beligerancia. No se den baños de pureza, porque al final del día acaban haciendo lo que critican.

Los medios no son solo información, en sus múltiples formas, son también objeto de formación o si usted quiere deformación. Muy probablemente sabedores de la influencia que tienen en la cultura popular y las costumbres sociales actúan manipulando la realidad y deformando las mismas. Los medios son un reflejo de lo que ocurre en la sociedad y deben de tener en cuenta que son gestores de comportamientos específicos y realidades que se imitan, de ahí la importancia de tener medios que respondan al bien de todos los que consumimos sus contenidos. 

Es importante que acaben de entender que son la plaza pública moderna, que son poseedores de una gran influencia, determinan hábitos y costumbres, establecen las agendas políticas, sociales y económicas, son intermediarios entre la sociedad y los poderes políticos. En ese sentido, son un tamiz o filtro que nos ayuda a entender lo que acontece todos los días y que el sentido fundamental de su existencia es ara construir una sociedad basada en la mentira o para edificar una sociedad más justa, equitativa y sostenible.

Y en cuanto a los candidatos es importante que entiendan que más que ataques lo que esperamos los ciudadanos son propuestas, no ataques. Hay una responsabilidad moral de cada uno de ellos y deben de calcular el impacto de sus palabras. Que la ciudadanía decida, no ellos. Es una pena lo que vemos. Igual que los medios caen en el puritanismo, cuando en la práctica van con todo y enardecen a los ciudadanos con sus discursos.

Hoy tienen una gran oportunidad en los tres debates que vienen, donde si quieren construir una sociedad no conflictuada tendrán que recurrir al lenguaje dialógico, porque es importante de distinguir lo privado y lo público. Un debate es una fiesta de ideas, no es un ring de boxeo o un pleito callejero. Es un espacio donde las ideas basadas en argumentaciones sólidas, debe prevalecer. Las propuestas son la parte pública y tienen que ver con el tema de la justicia que anhelamos, del profesionalismo que esperamos que tengan quienes resulten triunfadores y de la solidaridad que implementen en sus políticas públicas buscando igualar a los desiguales.

De ahí que un debate no es como una lucha a dos de tres caídas sin límite de tiempo donde hay un ganador. Los debates no se ganan, porque los debates son para confrontar y compartir ideas. El que debe de ganar es el público, cosa que no hemos visto en estos tiempos. Un debate es una oportunidad para que quienes participan muestren sus ideas de pluralidad, pues gobernaran para todos y no solo para los que piensen como ellos. 

 
Bien valdría la pena que los actores del escenario político hicieran una buena lectura de Karl-Otto Apel, Jurgen Habermas, sus libros La transformación de la filosofía (1973) y la Teoría de la verdad y ética del discurso (1991) y la Teoría de la acción comunicativa (1981), la Conciencia moral y acción comunicativa (1983) y la Razón comunicativa y responsabilidad solidaria: ética y política en K. O. Apel (1995), porque en el tema de la responsabilidad en el discurso los candidatos de veras que requieren ayuda.