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Divino vino

-Nunc est bibendum! -profería el maestro Zertuche alzando la copa en brindis entusiástico.
La frase pertenece a Horacio y significa: “¡Ahora es tiempo de beber!”. Le contestaba yo con otra frase, ésta de Séneca:

-Bibamus. Moriendum est.

Eso quiere decir algo así como: “Bebamos, pues que la muerte es inevitable”.

Era de buen beber el maestro Zertuche, y de mejor vivir. No poseía riquezas; andaba siempre, como él mismo decía, inargento e impecune. Tenía el modesto pasar de un maestro preparatoriano. Pero sabía deambular por ese ameno jardín que puede ser la vida cuando se la conoce bien. Su opinión sobre el vino era muy buena. Declaraba: “El vino eleva el espíritu, convéngale al cuerpo o no”.

El vino es embriagador, igual que la mujer. En el fondo de un vaso y en el corazón de una mujer los poetas han encontrado inspiración, desde Omar Khayám hasta Sabines, pasando por Darío y Manuel José Othón, cuyas anécdotas de bebedor famoso fueron narradas por nuestro paisano Valle Arizpe.

Somerset Maugham dijo una vez que el hombre bien vestido es aquel cuya ropa no se nota. Así también el buen bebedor: su conducta no denuncia que ha bebido. Nada hay más detestable que un borracho. Lo malo es que lo sabes hasta el día siguiente. Bien administrada, sin embargo, la bebida es altamente creativa. “Bebo -decía Wilde- para hacer que la gente se vuelva interesante”. 

Tenía razón. La diferencia entre una bruja y una hechicera son tres copas.

Tengo un amigo a quien le gusta ofrecer fiestas en su casa. Cada fiesta que organiza es un sonado éxito. ¿Por qué? Porque al entrar te da en la puerta tres coscorrones. ¿Qué es un coscorrón? Tomas un caballito -copa de las que se usan para beber tequila-; le pones un tercio de tequila, dos de refresco de cola y unas gotitas de limón. En seguida cubres la copa con un toalla de mano doblada en cuatro partes y la golpeas repetidas veces contra una tabla puesta sobre una mesa para tal efecto. Con eso se mezclan bien los componentes del coscorrón, y se lo das a tu invitado. Tres de esos coscorrones -equivalentes en verdad a una copa completa de tequila bebida rápidamente- hacen que cuando el invitado entra en la sala vea ya como hermanos a todos los presentes, y que a las presentes no las vea como hermanas. Las dos cosas -también la viceversa- contribuyen a que las fiestas de mi amigo sean siempre un gran éxito.