Doña Candelaria y Don Benito: La esperanza en una boleta

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Doña Candelaria y Don Benito: La esperanza en una boleta

Doña Candelaria Romo. Foto: Vanguardia/Federico Jordán
Dos historias de personas de la tercera edad y sus razones para votar
Esos gobernantes no batallan para tener qué comer. Yo sí, me tengo que ir a trabajar”.
Doña Candelaria Romo.

Por: QUETZALI GARCIA

Los fantasmas que rondan su casa no la dejaron dormir, por eso llegó cansada. Salió para votar desde las 07:00 horas con 77 años en la sonrisa y una bolsita con monedas para pagar la ida y vuelta a su trabajo. Sus tenis combinan con la esperanza.

Lleva dos horas y tres minutos de pie, esperando poder votar. Es de las pocas personas de la tercera edad que se animó a bajar los escalones de zozobra que implican llegar a esta casilla continua. Y sí, hay rampas y accesos especiales, pero seguirlos implica más minutos de lo prudente. Desaniman. Cansan. Pero no a Candelaria Romo, vecina del centro de la ciudad que tiene muy claro a lo que viene.

Brazos cruzados. Es la primera en la fila de una veintena de personas que parece esperan una señal, algo mínimo para poder expresar su impotencia. Ganó, sin querer, el liderazgo implícito de todos los inconformes, de los desamparados que lo único que quieren es votar.

Entonces, carraspea la garganta y exige que le dejen tachar las boletas, que ya fue mucho. “Claro —dice todavía más fuerte— esos gobernantes no batallan para tener qué comer. Yo sí, me tengo que ir a trabajar”.

Su reacción desencadena el coraje de la veintena de personas, que atrás de Candelaria esperan para  irse a almorzar, a quejarse, a perderse. Con el visto bueno de Candelaria, empiezan las quejas grupales:

“Son unos burros parados de manos”, “pachorrudos”, “eh, ya abran”, “mejor vámonos...”.

Pero de irse nada, la mujer más poderosa y frágil de la fila mira con desdén a los funcionarios. Que no llegó el escrutador, que van a dar una capacitación exprés a los ciudadanos, le explican en un tono de súplica y con volumen alto. No tanto porque ella batalle para escuchar, sino porque la gente comienza a gritar y hacer señalamientos directos. Te digo a ti Juan para que oigas tú Pedro. Estoica ante la explicación que no le resuelve nada, sigue esperando.

Cuando nació, en 1940, las mujeres no tenían derecho a votar, por eso no se piensa ir, no. Ha votado en cada una de las elecciones desde que sacó su credencial y aunque no sabe leer ni escribir, sabe de memoria el logo del partido por el que va a votar... o mejor dicho, por el que no va a votar.

Recuerda que un político la llevó a cantar a la Presidencia hace varios años. Tras horas de protagonizar el evento, le pagó con 50 pesos. Ante el gran pago que le ofrecieron, confrontó al ahora candidato: “Quédate con esa miseria, te va a hacer más falta a ti, porque tú no te robas cientos ni miles, te robas millones”. Desde ahí, le han ofrecido gran cantidad de ayudas y apoyos que no acaban de materializarse. Eso es lo que le molesta, pero también lo que la hizo aguantar la mitad de la mañana en una fila: haber creído en promesas.

Por fin, vota. Tras una larga espera, cumple su venganza. Y espera, que si su rayón no cambia las cosas, que no las empeore. Dios nos bendiga, dice tras emitir su voto.

Y se va, desapareciendo entre la casilla básica, despidiéndose de sus nuevos amigos de la fila. Hoy llegó tarde a su trabajo, que consiste en cantar boleros en las calles del centro de Arteaga. Pero no importa, tiene un dedo negro y puede respirar tranquila porque no le regaló su voto a una tal “Ramona”, lideresa de los alrededores, ni a una muchacha que le pidió su credencial para una supuesta encuesta. No señor, si más sabe el diablo por viejo.  Parece tranquila, sabe que sus fantasmas la van a dejar en paz porque pudo hacerle justicia a su México.

A esta mujer de 77 años no le importaron ni las escaleras, ni la espera de más de dos horas, tenía una cuenta pendiente con la democracia.

Don Benito Reyes.
Yo nada más espero que quien se quede como gobernador, no se olvide de la gente, que nos apoye y que no pase como siempre”.
Don Benito Reyes

Don Benito vota por un mejor servicio médico

Por: SANDRA NAAL

Apoyado en un bastón hecho de un tronco de árbol y con el dolor a cuestas de la artritis que padece desde hace tiempo, don Benito acudió a votar, con la esperanza de que quien sea elegido gobernador, mejore el servicio médico en Coahuila.

Benito Reyes tiene miedo sufrir un ataque de asma y morir, este temor le llega todos los días porque no cuenta con los medicamentos para tratar su enfermedad; no está afiliado a una seguridad social y depende del Seguro Popular.

Por desgracia, nunca recibe las medicinas que necesita y de vez en cuando él puede costearlas, luego de ahorrar por mucho tiempo, ya que se sostiene de la recolección de botellas de plástico y de aluminio.

Además de tener asma, don Benito padece de artritis, es una persona de la tercera edad que necesita de un bastón para poder desplazarse, y aún con todas esas limitantes, acudió a ejercer lo que por derecho le toca, votar, lo hizo con la esperanza de que quien sea el nuevo gobernador apoye a personas como él que padecen por no poder tener un acceso a la salud digna.

Este ciudadano desamparado vive solo en la colonia San José, no tiene familia, por eso necesita ayuda para tratar las enfermedades que lo aquejan, pues no tiene quién vea por él, lo único que pide es que el próximo gobernador cumpla sus promesas, pues todos los aspirantes a la gubernatura tocaron el tema de la salud.

“Yo le pido al nuevo gobernador que nos apoye a los de la tercera edad, que nos ayude a poder sobrevivir; para comprar mis medicinas tengo que ahorrar de peso en peso porque no tengo dinero y tampoco IMSS, voy al Seguro Popular, pero nunca me dan los medicamentos, entonces a mí me da miedo que me pase algo y no tener cómo controlar el asma que me da”, dice temeroso.

Don Benito vive esperanzado con cada sexenio, pues siempre espera que los candidatos cumplan sus promesas, “siempre dicen que van a apoyar a la gente, luego llegan al poder y se les olvida todo lo que habían prometido, entonces uno se queda esperanzado en que las cosas cambien y eso nunca pasa”.

Don Benito también pide apoyo para poder tener una vivienda digna, pues vive en una casa de cartón y madera, que no lo protege, por lo que espera con ansias que quien quede en el poder no se olvide de todo lo que prometió.

“Yo nada más espero que quien se quede como gobernador, no se olvide de la gente, que nos apoye y que no pase como siempre que luego fingen que no tienen un compromiso con nosotros”, pide esperanzado.