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Drones
Imagine un mundo en el que los drones sobrevuelan las casas y los edificios, transportando diversos objetos y realizando las más diversas tareas. Aparatos voladores de distintos tamaños que transitan de aquí para allá, apoyando a los transeúntes, llevándole sus bultos, efectuando mediciones y llevando a cabo labores de mantenimiento.
Ese mundo —y ver drones comerciales pululando por todas la ciudades—, está a punto de volverse realidad. Entonces. ¿es éste un buen momento para crear empresas que vendan esta nueva tecnología, antes de que lo haga todo el mundo? ¿Qué oportunidades de negocio ofrecen ahora mismo los drones a las empresas que deseen comercializar con ellos?
Lo que dicen los expertos
Quienes conocen el sector aseguran que el negocio de los drones está lleno de posibilidades, pero reconocen que su potencial se ha sobremagnificado. O sea que han generado demasiadas expectativas, que no se han podido cumplir porque la falta de regulación está entorpeciendo su avance.
Buena parte del interés en torno a estos aparatos surgió en 2013 cundo el CEO de Amazon, Jeff Bezos, anunció su intención de usarlos para entregar pedidos a domicilio. Él fue quien dio el ‘pistoletazo de salida’ a una empresa que amenazaba en convertirse en la nueva conquista del reparto aéreo interior.
Desde entonces han proliferado los vuelos de prueba de empresas de mensajería, como UPS y DHL, y de gigantes de la distribución online, como la japonesa Rakuten y la china Alibaba.
Pero en ninguna parte los encargados de legislar sobre el tema han estado a la altura de lo que se requiere para que el uso de los drones pueda progresar.
Las normas al respecto
¿Alguien ha visto llegar un dron a su casa portando un paquete? No, ni lo verá. Al menos en la próxima década. La regulación no ha avanzado al mismo ritmo que la tecnología.“Los vuelos de drones en zonas habitadas están prohibidos, excepto si se utilizan dentro de un recinto cerrado”, aclaró Pablo Fernández Burgueño, socio de Abanlex, un despacho de abogados especializado en proyectos tecnológicos. “Solo están permitidos los vuelos experimentales, para los que hace falta obtener permisos especiales”, abundó Fernández.
“Y los borradores de las legislaciones más avanzadas no contemplan la posibilidad de vuelos comerciales, hasta tanto se definan las condiciones de seguridad apropiadas para sel vuelo de estos aparatos.
De todos modos, los primeros drones deberán tener menos de 2 kilogramos de peso, volar en zonas alejadas entre 8 y 15 kilómetros de los aeropuertos y a un máximo de 120 metros de altura.
Y eso hace inviable el uso de esos aparatos más allá de entornos muy controlados, como es el caso de los rodajes de películas y de documentales o de eventos especiales en recintos o ambientes privados.
La utilidad del juguete
Entonces ¿para qué se usan al día de hoy los drones?
La aplicación más explotada es la audiovisual. El 46% de los 2 mil operadores de sistemas aéreos pilotados de forma remota (RPAS, en sus siglas inglesas) registrados por la AESA a finales del año pasado se dedica a esa actividad, según datos del portal especializado ToDrone.
Le siguen el sector de infraestructura y la minería, con un 17%; el de la agricultura (15%) y, muy por detrás, la seguridad, que acapara la atención de 3.6% de quienes vuelan los drones.
Se trata de un sector extremadamente atomizado, en el que las startups y las pymes tienen más del 95% de las licencias, no obstante que el negocio todavía no es demasiado lucrativo (el 78% de los operadores factura menos de 80 mil dólares anuales).
“Nosotros le vemos mucha salida a las aplicaciones agrícolas y a las empresa especializadas en servicios de fotografía, salvamento y fotogrametría.”, dice Salvador Bellver, presidente de una Asociación de Drones y Afines.
“El valor añadido de los drones está en los sensores que incorporan. Por ejemplo, las cámaras térmicas pueden detectar supervivientes en una catástrofe.
También hay salidas en la agricultura de precisión, detectando las zonas del campo con más necesidad de riego, de fertilizantes y de control de plagas. De hecho, en este campo también están proliferando los drones”, añade Bellver.
Medir la calidad del aire, revisar el estado de las cosechas o de las infraestructuras, calcular cuántas toneladas pesa una montaña de carbón, hacer detallados mapas 3D… Las posibilidades son extensas.
Posibilidades de negocio
Precisamente porque el aire está muy regulado, hay quien opina que el futuro comercial de los drones pasa por muchas vertientes. “Por ejem[plo, a quien quiera entrar en el negocio le recomendaría que no se cierre al ámbito aéreo, porque hay mucha competencia en ese sector, y la legislación no le va a permitir crecer”, apunta Jaime Guillot, fundador de DroneSpain, una de las empresas pioneras en España.
“Quedan al menos 10 o 15 años hasta que veamos algo fuerte, tanto por lo restrictiva que es la regulación como porque la tecnología todavía no es 100% confiable. Los drones no son aviones, sus tripas se parecen más a las de un smartphone y pueden fallar y caerse”, dice Gillot.
En Noruega y Escocia ya usan drones para desparasitar salmones en las piscifactorías. Y también los hay en formato submarino, que son usado para revisar el deterioro de los navíos.
Una herramienta versátil
¿Llegará el día en que los drones se integren plenamente a nuestra vida cotidiana? Por lo pronto, lo están haciendo allí donde pueden. Los almacenes de Amazon, una de las compañías que más fuerte está apostando por la automatización, recuerdan más a un hormiguero que a una nave convencional, con centenares de portapalés robóticos y brazos mecánicos moviéndose en perfecta sincronía para gestionar los stocks.
Pero pocos dudan de que el negocio de los drones siga creciendo en el corto plazo. “La normativa que ahora se prepara abre un poco más el espectro de posibilidades, y con el tiempo cabrán más y más operaciones”, opina Guillot. “Lo importante es que las leyes se aprueben cuanto antes. Las inversiones están paradas a la espera de conocer la nueva regulación, y eso es malo para todos”, apunta el experto.
La tecnología, por su parte, sigue mejorando. Los drones son cada vez más fáciles de manejar. La tendencia es que ganen autonomía. “Hay algunos que ya casi no necesitan ni piloto”, asegura Guillot. “Van camino de convertirse en pequeños y efectivos robots para todos los usos”.