Ecos electorales (final)

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Ecos electorales (final)

Usted que me favorece con su lectura, una vez más, me pide que vuelva al tema de las pasadas elecciones. El díptico aquí publicado, “Ecos electorales”, fue harto leído y harto replicado. Gracias porque usted se interese en mis letras señor lector. Vuelvo entonces al argumento a petición de ustedes. A mí, en honor de la verdad, todo me da igual. Es decir, soy escritor. No soy panista, no soy perredista, no soy priísta… Soy periodista. Ni de derecha ni de izquierda. Menos del centro oficial. Simplemente soy un outsider que busca a través de sus palabras e ideas, que este pinchurriento Estado llamado “Coahuila de los Moreira” cambie. Quiero que a través de mis ideas, torpes ideas, este País llamado México, evolucione y cambie. Eso es todo. 

¿Soy un aguafiestas? Sí. ¿Soy siempre el prietito en el arroz blanco e inmaculado del Gobierno? Por supuesto. ¿Soy un pesimista? Claro. ¿Nunca estoy contento? Soy tautológico, ¿por qué habría de estarlo? ¿Soy un decadente? No. No puedo ser un decadente por un solo motivo: no hay decadencia cuando jamás, jamás ha habido fulgor, brillo y triunfos en el Estado. ¿Soy un amargado? Sí y no. No hay contradicción. La política claro que me amarga, pero no al grado de no disfrutar el sexo con mis musas y los viajes, libros, lecturas, conciertos y música la cual me hace vivir. Amarga la política y como se practica en este Estado y en este País, por eso estamos así. ¿Debo de creer en la “Primavera Azul” y celebrar ruidosamente sus “victorias”? ¿Debo de apoyarlos con miras a sacar de Palacio Rosa al clan Moreira y al ahijado del padrino Rubén Moreira, Miguel Ángel Riquelme, que problemas de liquidez no tiene? 

Ni me va ni me viene. Mientras viva, voy a ser periodista y escritor. Sólo eso. Si usted simpatiza con el partido que huele a incienso, mirra y mortaja y desea chamba, pues a votar y apoyarlos. Si usted trabaja en el Gobierno, pues imagino apoya al clan Moreira. Es muy su decisión. Por lo demás, no creo en la “Primavera Azul” la cual y apenas en días, se está difuminando en la grisura del paisaje. Ahora resulta que el PAN trabaja tan bien y es tan querido por el “pueblo”, que hay de cinco a ocho pre-candidatos al Gobierno de Coahuila y todos pueden ¡ganar! Mentira podrida. Ahora resulta que todos quieren ser el candidato del PAN el próximo año. Lo mismo el barbilindo de Guillermo Anaya; la senadora que dice que Dios va a escoger al candidato, Silvia Garza, Luis Fernando Salazar, el deslenguado monclovense Gerardo García (al parecer no ha leído un libro en su vida) y el inefable alcalde, el creso “Chilote” López Villarreal. Ahora resulta que todos pueden ganar.

Esquina-bajan
¿Cuánta alegría y felicidad les durará a los panistas locales la pasada elección triunfalista del 5 de junio? Lo afirmo: lo que dura un soplo. Una voluta de humo en las manos, nada. De hecho, la efervescencia “azul” ya está pasando… Como ya pasó definitivamente aquella mamada de ser “independiente” y ganar fácilmente en la urna (Nuevo León, 2015). ¿Lo recuerda? Ser “independiente” (imagino, ser independiente con respecto a la esposa) llenó planas y planas de apologías baratas por parte de sesudos analistas y “politólogos” que se atrevieron a decir que eso era lo de hoy y el fenómeno llegaba para ganar y quedarse. 

Triste charada. Aquí surgieron luego del triunfo del inefable “El Bronco”, Jaime Rodríguez de N.L., un par de claques e imitadores baratos: Noé Garza Flores (al cual Víctor Zamora acusó públicamente de estar “loco”) y otro remedo, el “indómito” (¡ah para apodo! Sus asesores no dan para más) de Armando Guadiana. ¿Qué es de ellos al día de hoy? Sombra, polvo, nada. ¿Y los independientes? 

En su momento fui el único —como siempre— que no hablé de las bondades de semejante engañifa y moda y sí escribí en contra. Perdonadme lectores mi soberbia, pero una vez más gané.

En la pasada elección donde el PAN engatusó, sólo nueve de 308 aspirantes a un puesto de elección popular sin partido (independientes), ganaron. Había mil 819 cargos en juego. Vea usted el porcentaje de éxito. Nulo. 

¿Y las bondades de ser independiente? Le repito lo que varias veces le he deletreado aquí: el voto en la urna es afectivo, no razonado. Somos una masa de palurdos e iletrados, por lo cual votamos por un profesor bailarín (Humberto Moreira. Si regresa, vuelve a ganar. En serio. No lo dudo), por un tipo bravucón (Vicente Fox, Jaime Rodríguez) o por un tipo simpático con alguna aparente discapacidad (Adalberto Madero, “Maderito”). 

Letras minúsculas
Lo apuesto: si van a la urna Ricardo Aguirre, Miguel Ángel Wheelock (por el PRI), “Súper Chemota” Fraustro Siller o Edna Dávalos, ganan. Fin. Voy con mi novia la bailarina, a Monterrey. Ya me hartó la política de vecindario.