Usted está aquí
Ecos universitarios
Pasan la infancia de la primera década y van rebasando oro. Y siguen año tras año en pos de glorias diamantinas. Las universidades no envejecen. Sus aulas tienen siempre el vocerío de los sueños juveniles. En ellas el saber es como un árbol. Tiene raíces profundas hasta los manantiales griegos y latinos. Son veneros de la sabiduría del bien. Tiene el saber universitario ramajes en abanico, abierto hacia rumbos que parecen dispersos y son orgánicos.
Las facultades se han ido actualizando en busca de la modernidad y hasta de la postmodernidad. Facultades ahora de Ciencias de la Educación y Humanidades, de Ciencias de la Comunicación, de Ciencias Sociales, de Trabajo Social, de Ciencias de Contaduría y Administración, de Economía, de Jurisprudencia, de Mercadotecnia, de Ingeniería, de Sistemas, de Ciencias Químicas, de Arquitectura, de Ciencias Físico-matemáticas, de Medicina, de Odontología, de Psicología y de Enfermería.
Las diversas escuelas ofrecen cultivar talentos. Desde las numerosas escuelas de bachillerato, de idiomas, de artes plásticas, de música, de artes escénicas. Todo esto supone una comunidad docente transmisora del saber. Ese saber de tronco común que después se va especializando y abriendo a la investigación.
Fincar es establecerse, domiciliarse. Fincar el saber suponer discernimiento y selección para encontrar la roca y no la arena. Escoger el bien es gran sabiduría. En él caben todos los valores, todos los aciertos, todas las virtudes y todas las excelencias. Es no tolerar esa carencia de calidad perniciosa y deshumanizante: el mal como engaño y falsificación.
Sísifo debía empujar la enorme piedra redonda hasta la cumbre de la montaña. La dejaba después rodar hasta el valle para reanudar al día siguiente la misma hazaña. Parecía tarea inútil, pero sus brazos se fueron fortaleciendo y su cuerpo aumentó su reciedumbre. En la universidad lo esencial es el desarrollo de las facultades, esa educación formal que hace al universitario más inteligente, más lúcido y sensato, de voluntad más recia y más noble corazón.
Fincar el saber en el bien es la diaria tarea de los coloquios de aula. Vendrá después la asimilación en el esfuerzo personal de la autoformación individual, o en equipo de amistad.
Está en las universidades la esperanza de un verdadero servicio a la creación y a la humanidad por hombres y mujeres ungidos de verdad, de amor, de justicia y libertad. Serán los constructores de un mundo en que la persona humana podrá gozar el bien ser y el bienestar para alcanzar su destino trascendente...