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El buen juez
Somos coahuilenses y no estamos contentos si para la hora del almuerzo no nos cometieron dos o tres irregularidades administrativas graves
Aunque ya transcurrió un mes de las elecciones, la discusión sobre su resultado y posibles consecuencias se niega a ser sofocada y basta con que alguien sople para que la brasa se avive y de nuevo se incendien las redes sociales.
Ahora resulta que abundan los profetas, clarividentes, adivinos, oráculos y pitonisos políticos, capaces de anticiparnos todo lo mal (o todo lo bien) que nos va a ir en el siguiente sexenio.
Pasa que cuando en la configuración del próximo cuerpo administrativo federal se anuncia lo mismo a un Juan Ramón de la Fuente que a un Manuel Bartlett, nuestro destino continúa siendo moneda en el aire.
Pero quienes le apuestan en contra, serían capaces de dinamitar el desarrollo del País, de descarrilar un tren o de volar un gaseoducto, nomás por el gusto de llenarse la boca de razón y decir “se los dije”.
¡Ah, porque cómo nos chifla y regodea arrogarnos la verdad absoluta de las cosas!
“¡Ya ven! Les dije que AMLO era un peligro para México. ¡Pasas a creer que de titular de Semarnat va a poner a una
señora loca que cree en los aluxes!”,
Critican a Josefa González Blanco por afirmar la existencia de duendecillos mayas. Lo dice gente que de hecho cree que un carpintero pobre de hace dos mil años andaba haciendo milagros y curando gente ¡sin cobrarles!
Claro, porque una creencia es totalmente ridícula y la otra es bien cierta, cien por ciento objetiva y no imposibilita a nadie para desempeñarse en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. ¡Ok, México, me encantas!
Como ya le decía, lo importante no es que le vaya bien al País, sino tener la razón y poder pontificar en las reuniones familiares y en las tertulias con los amigos.
Aunque si de verdad tuvieran esa visión tan diáfana, esa capacidad de análisis tan certero, esa noción de la realidad tan objetiva y bien fundada, bien nos pudieron haber avisado con tiempo de otras pasadas y reiteradas catástrofes nacionales, de perdido para invertir nuestros puntos de Soriana y Cinépolis en las Islas Caimán.
Pero no, sucede que entonces no pudieron prever la inminencia de la pescuezona, pero ahora sí. Ahora sí no les falla el instinto arácnido ni las antenitas de vinil. ¡Órale pues!
Yo les recomendaría a todos esos videntes del acontecer nacional, no que se desentiendan de todo lo que tiene que ver con el ámbito federal, ni mucho menos. Tampoco, por supuesto, que dejen de criticar a su Presidente (ni al actual ni al que está por ocupar el cargo) y todo lo relativo a éste, su administración y gabinete.
Tan sólo les pediría que voltearan un poco más a ver a su entorno, a cuidar la administración pública local que es igualmente importante y que es en realidad desde donde nos han bailado con una mayor concentración de sabrosura y dosis más elevadas de vacilón.
De lo contrario, se van a terminar pareciendo a esos ecologistas que quieren salvar al mundo de la contaminación y a la vaquita marina de la extinción (y de su propia pendejez), pero no son capaces de limpiar su casa o de ponerle un plato de agua limpia a su pobre perro o a los perritos callejeros durante este verano, el más inclemente que nos ha fustigado desde 2017.
Sepa que la lagunera administración de Miguel Riquelme no hace ni ruido, ni pronunciamientos políticos estridentes, ni pomposas declaraciones. Pero ya se le han señalado irregularidades muy en la línea de sus predecesores.
A menos de un año de que el gobernador de Coahuila tomara posesión del cargo, su administración ya nos metió las primeras facturas sobrenaturales, salpicadas de una sustancia viscosa y lechosa que se preume es ectoplasma.
Quiero decir que este Gobierno del “Coahuila Fuerte es” ya benefició a la primera empresa fantasma y ellos tan contentos y campantes porque nosotros (coahuilenses para mayores señas) estamos discutiendo si es buena idea la descentralización de las secretarías federales que propone “Andresmanuelovich”.
No sólo eso, también siguen manoseando la enésima reestructuración de la megadeuda porque, entre negociación y negociación, algunos milloncillos se caen en el ínter, sin que tengamos para cuándo ver que disminuya el capital de ese débito que en primer lugar ni deberíamos de estar pagando como tampoco reconocer como legítimo.
De manera que tampoco tendremos para cuando esclarecer las finanzas de los dos sexenios pasados, si la misión de encubrimiento del paisano de Riquelme, se está cumpliendo hasta ahora a la perfección.
¡Pero qué quiere! ¡Qué se le va a hacer! Somos coahuilenses y al parecer no estamos contentos si para la hora del almuerzo no nos cometieron ya dos o tres atropellos e irregularidades administrativas graves.
Hermanos de mi patria chica, Coahuila. Les agradezco mucho que estén tan preocupados por alertarnos sobre las mil y una maneras en que habremos de sucumbir durante el reptiliano régimen del “Rey Pejelagarto”.
¿Pero ya voltearon a ver cómo está la casa? ¿No tienen nada que decir o comentar al respecto? ¿O es que nuestra sesuda capacidad de análisis no es tal, sino pura caja de resonancia de una estéril discusión sobre algo que aun ni ocurre?
¿O son nomás mismas caducas y rancias ganas de joder resultantes del resultado de las elecciones?
Lo que sea. Tenemos la obligación de atender el ámbito local antes de ver si AMLO se muda a Los Pinos, a Palacio o a la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec.
Le aseguro que si no metemos primero en orden a nuestros alcaldes, diputadetes y gobernadores, ningún Presidente nos va a tomar en serio.
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