El Censo 2020 y lo que retratan sus resultados

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El Censo 2020 y lo que retratan sus resultados

Cada variable que se mide a través del censo tiene una razón de ser y no es ociosa la recopilación de la información que sirve para dimensionarla y estudiar su comportamiento

En la semana se han publicado los resultados del Censo General de Población y Vivienda 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Se trata del estudio más completo que se realiza en nuestro país, cada diez años, para contar con información precisa sobre el comportamiento sociodemográfico de nuestra comunidad nacional.

Los resultados del Censo constituyen el retrato más fiel de las variables que caracterizan a la sociedad mexicana en su conjunto y que es posible desglosar hasta el nivel de las localidades más pequeñas. Los datos que contiene, procesados de forma adecuada, se convierten en información que sirve para tomar decisiones.

Lo primero que suele saltarnos a la vista es la dimensión de las variables que reflejan el comportamiento de fenómenos como el crecimiento de la población, su composición por género y grupos de edad, su distribución en comunidades rurales y urbanas, así como en grandes metrópolis.

De igual manera resaltan datos que reflejan mudanzas en los patrones socioculturales como el incremento en el número de parejas que deciden no contraer matrimonio, la migración entre religiones o el crecimiento de la población que dice no profesar ninguna fe.

Más allá de lo anecdótico, los números son indicadores de las tendencias cambiantes del comportamiento humano, la evolución de las ideas que solían determinar nuestras conductas, la expansión de los procesos migratorios o el progreso o retroceso de indicadores claves para apuntalar eso que llamamos “progreso social”.

Desde el punto de vista de los ciudadanos, los datos del Censo pueden tener un carácter anecdótico -aunque no deberían-, pero desde el punto de vista de las autoridades representan la materia prima a partir de la cual deberían ajustarse, remodelarse, abandonarse o construirse políticas públicas.

Cada variable que se mide a través del censo tiene una razón de ser y no es ociosa la recopilación de la información que sirve para dimensionarla y estudiar su comportamiento a través del tiempo. Cada variable evalúa el estado de una cierta conducta colectiva relevante.

Por ello, además de que a nivel del ciudadano de a pie las cifras generen reacciones o comentarios coyunturales, lo que cabría esperar es una serie de reacciones puntuales desde las instituciones públicas a partir del estudio detallado de las cifras actuales y su comparación histórica.

¿Qué vamos a hacer para aprovechar el “bono demográfico” que implica, por ejemplo, contar en Coahuila con una población esencialmente joven cuya edad media es de 29 años? ¿Qué retos implica el crecimiento poblacional de las zonas urbanas más importantes? ¿Qué repercusiones tiene en el panorama de nuestras ciudades el fenómeno migratorio?

Estas y muchas más preguntas, detrás de las cuales se ubican importantes desafíos para la sociedad y sus autoridades, son las que despiertan los resultados de un ejercicio metodológico de gran calado como es la realización de un censo. Los resultados ya están ahí: ahora el reto es convertirlos en mucho más que ocasión para la anécdota.