El conveniente retraso del Coneval para Coahuila, la fábrica de pobres

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El conveniente retraso del Coneval para Coahuila, la fábrica de pobres

En el sistema político actual, los gobiernos estatales en general como el de Coahuila en particular son fábricas de pobres. Me explico.

El 4 de agosto de 2013, en este mismo espacio publiqué una editorial titulada “Coahuila 2017: la pobreza que viene”. Entonces aventuré una hipótesis: el sexenio de Rubén Moreira concluiría con 100 mil nuevos pobres. Tres de cada 100 coahuilenses caerían en esa condición entre 2011 y 2017 a consecuencia de la parálisis administrativa que causó la deuda pública con que inició la gestión.

Han transcurrido casi cuatro años y el ocaso está en el horizonte. ¿Se puede comprobar que así ocurrió?
Para la buena suerte de quien gobierna con magros resultados, en 2016 el Inegi cambió la forma de medir el ingreso en los hogares, por lo cual no se puede comparar el estado actual de la pobreza en Coahuila con el ciclo de mediciones bianuales del pasado. Por error o por dolo, ha dado al traste a los lineamientos para la definición, identificación y medición oficial de la pobreza que, en colaboración, realiza el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Así, de un plumazo y en un escritorio público, Inegi sacó a miles de la pobreza con sólo replantear unas preguntas del cuestionario y aplicar un criterio de interpretación.

La discrepancia en los criterios de ambas instituciones, por si fuera poco, ocasionó que se retrasara la publicación programada para 2016 hasta el segundo semestre de 2017. “Una vez que el Inegi dé a conocer los insumos que permiten la actualización de las estimaciones”, ha respondido Coneval a una solicitud de quien esto escribe. 

Convenientemente, sucederá ya cuando hayan celebrado elecciones para renovar la gubernatura 24 estados desde que se presentó la última evaluación (2014). El 75 por ciento del territorio nacional.

Ya no tiene credibilidad ni rigor técnico, por tanto, cualquier estudio que se presente en lo sucesivo. Ya no será lo mismo porque alteraron la fórmula, misma que no ha sido dada a conocer siquiera pese a que media orden del IFAI.

¿Cómo saber si la continuidad en las políticas es favorable si no contamos con elementos objetivos para tomar decisiones?

Hay que diferenciar la gimnasia de la magnesia. Coahuila no está ni estará nunca en el mismo nivel de pobreza que Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz, entidades que tienen atrasos ancestrales en bienestar económico, carencias sociales y contexto territorial. Compararse con los desiguales, cabe señalar, siempre será inútil y engañoso. 

Lo que sí tenemos, en cambio, son tres elementos comprobables: que 23 mil 400 habitantes de Coahuila cayeron en pobreza en los primeros dos años del Gobierno Estatal, acumulándose a los 775 mil 900 que ya vivían esa condición; que los presupuestos anuales no han sido muy distintos de un año a otro, y que los intereses de la deuda pública han impedido la amortización y han contenido la inversión.

No es ocioso estimar, considerando esas variables, que la pobreza creció.

Y si utilizamos la metodología tradicional basada únicamente en los ingresos, la desigualdad es más amplia. Inegi expone, por ejemplo, que sólo 1 de cada 10 empleados gana más de cinco salarios mínimos al día en Coahuila o, lo que es lo mismo, más de 10 mil pesos al mes.

Cortita y al pie

Ahora bien, si 2005-2011 ha sido el periodo con más recursos disponibles en la historia de la entidad (ingresos ordinarios + deuda), ¿por qué hay entonces más pobres?, es la pregunta obligada.

Porque, en promedio, 7 de cada 10 pesos provenientes de créditos fueron dilapidados en gasto corriente y subsidios, de acuerdo con la organización México Evalúa. Dádivas, pues.

La última y nos vamos

En 2013 aventuré que terminaría el sexenio de Rubén Moreira con 100 mil nuevos pobres. Inegi, sin embargo, arruinó cualquier intento del Coneval por medir objetivamente la línea de bienestar. Saque usted conclusiones.

@luiscarlosplata