El escollo

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El escollo

Ha de haber un as escondido.

Seguramente hay un plan B. No faltarán las segundas intenciones. Hay que ver qué mensaje manda. Suposiciones, hipótesis, interpretaciones, esa es la fachada pero hay que ver cuál es el contenido. Caras vemos corazones no sabemos. A ti te lo digo Pedro para que lo entienda Juan. Se aplica lo duro, sí pero en lo bueyes de mi compadre. Que se lo crea su abuela.

Ya se ve el salto pero hay que buscar el huarache... Es el escollo, el escollo de la desconfianza. Los recuerdos de antiguas quemaduras con leche son las que le soplan hasta al jocoque. Y siempre cree el ladrón que todos son de su condición.

Donde se anuncian transparencias se buscan opacidades. Dime de lo que presumes y te diré lo que te falta. Nadie quiere ser ingenuo y se subraya el sospechosismo escrupuloso y cáustico... Lo único que vence el escollo es el resultado. Los hechos. Los avances y las mejorías.

Inobjetables que disfrutan quienes quisieran objetarlas. Pero nunca llegan al día siguiente y la impaciencia es mucha. Los que saborean la elotada quedan sin la voz que descalificaba la siembra. Es el escollo explicable después de tantos gatos que se exhibieron como liebres.

Es la descripción coloquial de la algarabía contemporánea carente de mesura, de equilibrio y de objetividad. Cada quien busca su fantasma para asustarse con él. Y no es precisamente una calamidad porque es solo un resultado, una consecuencia hasta cierto punto proporcionada. Hay lesiones cuya molestia e hinchazón es pertinaz y hay heridas y llagas que son tercas para no cicatrizar. Puede ser saludable esa constante insatisfacción que no olvida el sabor del atole servido en dedo.

Claro que todo tiene su tiempo y su medida y nadie gana Zamora en una hora y no se queman tan fácilmente las etapas. Si hay muchos ojos habrá siempre más miradas. Y en todo lo opinable es recomendable la libertad como en todo lo cierto la unidad y en todo la equidad.

Una credulidad irreflexiva y distraída traería más riesgos. Es mejor ese término medio en que está lo valioso alejado de los extremos viciosos. La libertad cada vez más responsable logra el buen discernimiento de separar el grano de la paja y no comulgar con ruedas de molino.

Cuando hay movimiento y ecos de aplausos y abucheos es señal de que hay vida en las graderías del estadio. Se advierte la tensión de hurras y rechiflas pero son las anotaciones las que dicen, no quienes jugaron mejor sino quienes llegaron a la cifra más alta que da el gane.

La navegación se da entre escollos y tempestades pero hay un puerto a dónde llegar.