El futuro que viene

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El futuro que viene

En este artículo reflexiono acerca de dos aspectos de un futuro casi inmediato, que, por supuesto, se refieren al próximo cambio de gobierno: uno el de los Estados Unidos y otro el de Coahuila.

Por mucho que nos moleste y más nos preocupe, debemos saber que en el país vecino en unos meses se estará planteando una estrategia que nos tocará en lo más esencial de la vida social y económica. No sabemos quién ganará pero no es imposible que triunfe Donald Trump. Confío en que su boca tan suelta (en lo cual le gana a Fox) le lleve a enredarse en sus propias proposiciones que hagan que el pueblo norteamericano reaccione y le dé la espalda.

Me llama la atención que todavía no haya expresiones fuertes de la Iglesia Católica estadounidense en contra suya o de otras denominaciones cristianas, como lo cuáqueros, que siempre han sido muy claros. Tampoco las poderosas asociaciones de negros o de chicanos han tenido una manifestación radical.

Los afroamericanos están despreocupados porque Trump habla contra los mexicanos y los chinos (antier contra Cuba) y creen que ellos sí pertenecen al pueblo americano. Sí son parte, pero no en igualdad, y esto aparece en múltiples estudios sobre salarios, oportunidades y demás. Recuerde que se ha hablado de Obama como negro y no lo es. No en el sentido de la palabra puesto que es hijo de una americana blanca. Es decir que si hasta en eso establecen diferencias que no pueden ser más que un dejo de racismo ¿qué será con los pobres mexicanos indocumentados?

Deseamos que gane Clinton pero nuestro Gobierno Federal le pegó duro y apoyó en los hechos a Trump. Esto es preocupante porque gane quien gane México queda un poco en un desafortunado papel frente a cualquiera de ellos y a otros que aprovecharán el momento. Lo referente a la fábrica Ford y a otras armadoras es un ejemplo de que la amenaza viene hacia todo lo que pueda darle un lugar en la mediocridad del pensamiento del pueblo americano.

Los grandes, magníficos y ejemplares intelectuales no parecen calar hondo en la visión tan borrosa que tienen de sí mismos los desempleados, los africanos, los obreros.

El otro aspecto del futuro tiene relación con el de Coahuila. Ya se desató la carrera y hay adelantos. El PRI tiene su candidato oficial pero otros personajes de ese partido creen que ésta es su oportunidad porque quizás no haya otra. Escuché el mensaje de uno de los partiditos locales en el que de manera sutil dejan saber que podrían proponer en la lucha por la gubernatura a Humberto Moreira. Claro que no dijeron su nombre pero el retrato no lo queda a ninguna otra persona; al menos así lo entendí.

Y de otros partidos no hay demasiada claridad sobre el asalto al poder. Morena tiene un candidato pero no propuesto de manera diáfana sino sugerida. El PAN sigue en su sostenida y ya normalizada indefinición: todos pueden ser y por esto mismo todos quieren ser. Bastará con que abran la puerta y veremos de qué es de lo que son capaces: por lo pronto de casi nada. Y otros partidos están a la espera de órdenes superiores, menos el Verde, que se colgó de la billetera del PRI y ahí estará, tranquilo mientras le paguen.

¿Qué sucederá si de veras Humberto se presenta? Imposible prever el futuro, pero no estaría fuera de las contingencias. Aunque no vaya con el PRI o, mejor aún, precisamente por no ir con su expartido, tendría un escenario muy suyo. No deseo compararlo pero Humberto tendría acá el papel de Donald Trump y posee un estilo parecido y una lengua suelta similar y un ego que no le cabe en el cuerpo.

Las amenazas de Trump no son realizables, no al menos de manera inmediata, como el muro o el traslado de las fábricas americanas a Estados Unidos. La General Motors estaba en quiebra y la salvó Obama y, sin la menor duda, la capacidad de los obreros saltillenses, que son tan buenos o mejores que los de allá y que cobran mucho menos: no pueden competir los gringos (por lo pronto).

De cualquier manera el futuro no ha llegado y muy poco podemos adelantarlo. Las profecías pertenecen al mundo de los profetas y éstos murieron hace dos milenios. Pero nuestros gobernantes parece que tienen la tentación de regresar a Jeremías, el profeta de las lamentaciones.