El capitán de Nigeria, Jon Obi Mikel, jugó el último encuentro de la Fase de Grupos ante Argentina, con un pesar bajo sus hombros.

Según le informaron autoridades africanas, su padre se encontraba secuestrado mientras el disputaba la Copa del Mundo.

Mikel vivía con la angustia de que su padre sobreviviera a dicho ataque, puesto que lo había privado de su vida el grupo criminal más violento de Nigeria.

Previo a que iniciara el recorrido de vuelta a África, el capitán de las Águilas Verdes se enteró que su progenitor ya había sido liberado de su segundo secuestro, puesto que, cuando Obi jugaba en el Chelsea, su padre ya había experimentado por el mismo hecho, siendo liberado por 24 mil euros, como pago para su rescate.

En México se vivió algo parecido.

A un día el Mundial de Alemania 2006, Oswaldo Sánchez viajó a Europa a disputar el torneo, con la noticia de que su padre había muerto.