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¿El mayor bien para el mayor número?
Del liberalismo no existe una definición universalmente aceptada; es el pensamiento que promueve la libertad. Y para los liberales, y creo que para todo el género humano, la libertad es el valor supremo. Por supuesto, no se habla aquí de una libertad sin leyes, sino de una libertad que garantice su práctica en un estado de derecho. John Stuart Mill, en su libro “On Liberty”, afirma que si la conducta de las personas no afecta a terceros, su libertad de pensamiento y acción debe ser completa. Gobierno, sociedad, religión, costumbres, tradición, moral y ley tienen derecho alguno a interferir en la soberanía individual. Eso y más es el valor de la libertad.
Proyecto político en sus orígenes, separación de poderes, imperio de la ley, derecho a la oposición; la libertad humana por la que se ha luchado en la historia, en todas las sociedades y en todos los tiempos, es la divisa más importante que el estado y la sociedad deben de defender.
La intersección que se da en algún momento de la historia entre el liberalismo y el utilitarismo asienta las bases de lo que serían los derechos fundamentales y, en el caso de los países sajones, los derechos individuales. El mercado será al liberalismo económico lo que la democracia al liberalismo político. Si alguna teoría ética tuvo impacto en el mundo occidental es justo el utilitarismo.
Como su nombre lo indica, su soporte radica en que las mejores acciones se dan cuando el resultado es la máxima utilidad. Normas, políticas, tomas de decisión en general, tendrán por tanto una alta factura cuando se dé el “mayor bien para el mayor número” que es, en los países sajones y al tiempo en los de tradición latina, la base de la democracia. La pregunta es: ¿qué nos proporciona más utilidad, o bien, que nos proporciona mayores ganancias en cualquier dimensión de la vida humana? Esa es la ética utilitarista.
Cuando los individuos operan desde la ética utilitarista el método es el llamado “Cálculo Inteligente”, es decir, siempre se tiene la obligación de calcular el impacto de las acciones. Esto se hace para causar el menor daño posible, “buscar el mayor bien para el mayor número” tiene una liga íntima con “el principio de beneficencia”, que toda persona debe de tener en cuenta, y el principio de “no maleficencia”. En el primero se trata de prevenir el daño y de buscar siempre el bien y, por supuesto, evitar el mal. En el segundo se trata de no lesionar los intereses de quienes nos rodean.
Cuando se dan dilemas, es decir, escoger de dos opciones la adecuada, correcta o conveniente para la sociedad o el mayor número, el tema de los principios es fundamental. Se actúa a partir de una argumentación crítica, no de las vísceras ni del sentimentalismo. Cuando no hay una argumentación, no hay una buena toma de decisiones. Entonces, veamos el dilema ético: ¿usted qué haría? Utilice la argumentación, no la opinión ideológica, partidista o religiosa.
Culiacán, Sinaloa, tiene una población de cerca de un millón de personas. El Cártel de Sinaloa existe en ese territorio desde 1960, ha estado conformado por nombres que hemos escuchado una y otra vez. De hecho, hasta fueron la cabeza de una confederación de cárteles de la droga que encabezo Miguel Ángel Félix Gallardo en tiempos de Carlos Salinas. Es decir, históricamente Culiacán ha sido el centro de operaciones del cártel.
Los expertos dicen que la diferencia entre el cártel de Medellín y el de Sinaloa es que el primero fue a nivel Latinoamérica y el segundo de alcance mundial. Que el Chapo Guzmán, la figura más prominente de esta organización, esté en una cárcel de alta seguridad norteamericana no es casual, obedece no sólo al peligro que él representa, sino a la influencia y poder que tuvo y tiene por todos lados. Una falacia por generalización sería decir que en Culiacán todos apoyan el narco. Pero de que Culiacán es el sitio de origen y el bastión del cártel de Sinaloa, sin lugar a dudas.
El número de efectivos era menor que el de los miembros del cártel. El armamento era superior. No había una estrategia definida en la detención del hijo del Chapo y se realizó de manera precipitada con deficiente planeación, dijo el general Luis Sandoval. Fueron 12 horas de balaceras y enfrentamientos en la ciudad, poniendo en riesgo a la población. En fin, ahí tiene usted los datos.
¿Hubiese utilizado algún argumento crítico? ¿Hubiese puesto en riesgo a la población? O está de acuerdo con el Presidente, quien dijo: “No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”, en síntesis, afirmó se trataba de evitar más violencia. ¿Cómo hubiera resuelto usted la situación?
¿Buscaría el mayor bien, del mayor número?