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El oro de la vida
El oro de la vida. En lunas pasadas fui un par de días a Torreón, Coahuila, a disfrutar eso llamado el oro que es la vida. Invitado por el magistrado Francisco Gómez y Gómez, fui a Torreón a disfrutar de una tertulia con amigos laguneros a saber: el mismo magistrado Gómez, quien fue la bujía; el empresario César Ernesto Estrello Hernández; el padre y maestro Jorge Silva y la señora Claudia Hernández, esposa del magistrado y hermano mío; don Germán Froto y Madariaga (†). De hecho usted lo sabe, no escogemos a nuestra familia de sangre, pero sí a los hermanos con los cuales vamos a transitar en la vida terrena.
La mano generosa de mi hermano Armando Sánchez (†) me acercó la de don Germán Froto quien, a la vez, me acercó la mano fraterna y el cariño del magistrado Gómez y Gómez y la del maestro y sacerdote católico, don Jorge Silva (el cual oficia como rector del instituto de formación docente y espiritual “Centro Saulo”). Sin duda dos hermanos de ruta mejores a mí. Pues bien, el sabio magistrado Francisco Gómez tuvo el feliz acierto de convocar esta mesa, esta tertulia de amigos para disfrutar eso llamado el oro que es la vida. Llegó la señora Claudia Hernández, a la cual no había tenido oportunidad de saludar desde la muerte de don Germán (rápida acotación aquí, Germán asimismo me acercó la mano de un amigo que ahora, cada vez que viene a Saltillo, disfruto su charla, conocimiento y compañía, don Carlos Juaristi Septién, avecindado hace lustros en Estados Unidos), y esta vez la señora acercó a uno de sus sobrinos muy queridos: el empresario César Estrello Hernández. Fue una tertulia memorable.
¿De qué hablamos? De todo y de nada, como deben de ser estas charlas dilatadas donde el único tema común es uno: compartir la vida, abrazarnos fraternalmente y preguntar e interesarse por el otro. De las anécdotas y vida compartida de don Germán saltábamos, sin red de protección, al comentario de la vida y termómetro social que vive Torreón y Coahuila. De las últimas andanzas y viajes de los contertulios al último descubrimiento de libros que merecen ser compartidos (leídos) para futura glosa en la próxima tertulia lagunera. El empresario César Estrello, quien llegaba recién de sus negocios en Puebla y Ciudad de México, sacó un buen as, un buen naipe en la mesa. Habló de un libro que merece pronta atención: “Muchas vidas. Muchas muertes” de Brian Wess. Y es que eso es sin duda el filo de la cuestión. Decía el inconmensurable José Gorostiza que sólo hay tres temas literarios e importantes: el amor, la vida y la muerte. No más.
ESQUINA-BAJAN
Y para dar lecciones de amor al próximo, al prójimo, al vecino, al ciudadano, sin duda el padre Jorge Silva se apunta solo. El tipo es un hombre de Dios. Pedí estar codo con codo en la mesa junto a él para que, al menos y por ósmosis, se me pegara un poco de esa fe de roca que tiene en Dios y el maestro Jesucristo a través del amor que ambos dejaron regado en el mundo. Sus intervenciones son para meditarse largamente. Iniciamos la comida/tertulia a las dos de la tarde y sí, la tarde se hizo noche y allí seguíamos. Nadie quería abandonar la mesa que dio cuenta de sopas, platos fuertes y postres por igual. Y ojo, sin alcohol. Sólo al final brindamos por la vida con una copa de vino tinto. No hace falta alcohol (salvo el necesario) cuando se tiene como contertulios a esta clase de altura de seres humanos.
El magistrado Gómez me presentó a la vez a un joven colaborador y asistente que tiene, el licenciado en Ciencias Políticas por la UAdeC, Carlos Ruvalcaba quien –no obstante la licenciatura que ya ostenta– ahora estudia Derecho. Conocedor y observador del panorama político de la región lagunera (es oriundo de San Pedro y de hecho lleva amistad con la nueva Alcaldesa. Coincidimos con ella en un restaurante otro día de mi estancia y la saludamos amigablemente), Carlos me desplumó y clarificó el panorama político con sus atinados comentarios y apostillas. No se olvide ni pierda de vista a este joven político, va a dar de qué hablar conforme pase el tiempo. De hecho, esta vista de días me clarificó a la vez varias cuestiones que le iré comentando en esta columna en fechas siguientes.
¿Qué es la vida? Un soplo, una nube, una voluta de humo de cigarro en la mano, como los pitillos que fumaba don Germán, los cuales jamás abandonaban sus dedos. Así es la vida, una nada. Pero a cada humano le queda agregarle vida a esa vida que Dios nos dio como oro, lo cual no valoramos. Tertulia dilatada en la cual nos faltó tiempo para arreglar al mundo todo (así es la filosofía de café, pues). Luego de despedirnos fraternalmente, quedó pactada la siguiente fecha para la mesa (sólo falta afinar el lugar, si seguimos en Torreón o por esta ocasión se hace aquí en Saltillo) y sí, continuar arreglando este mundo ya poco habitable. Y no, no puedo dejar de repetir de memoria las palabras de la oración celta con las cuales don Germán terminaba sus columnas en “El Siglo de Torreón”…
LETRAS MINÚSCULAS
Y hasta que nos volvamos a encontrar, “que Dios los guarde suavemente en la palma de su mano”. Así sea.