El pavimento suave y su reverso

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El pavimento suave y su reverso

Foto: Especial

En los territorios de Monclova y Frontera el pavimento se vuelve suave por las tardes, es posible hundir los zapatos y dejar huellas profundas en él. Este ejercicio lo puede hacer cualquier persona, incluso un niño sin peso considerable; yo me di cuenta hace muchos años, cuando era niña esquelética e intentaba cruzar la calle a la salida de la escuela: mi paso se volvió lento y pensé que estaría pisando sin darme cuenta, una zona húmeda, pero no, era pavimento suave. En ocasiones 
olía incluso la mezcla con chapopote que se elevaba como tiras de chicle en las suelas.

Y el agua, si se deja en la mesa de la cocina y la casa no tiene aire acondicionado, será absolutamente tibia, incluyendo el vaso; esto es sumamente evidente al tacto.

Los que nacimos en esas tierras consideramos natural un clima que en la mañana registra cuatro grados centígrados, y en la tarde, 36.

Aquí hemos llegado tranquilamente a 54 grados y nos ufanamos de soportar esta temperatura que 
aminoramos consumiendo “yukis”, ese hielo triturado con una melaza de tamarindo natural dulce, o con un jarabe rojo con sabor a fresa química que se corona con leche condensada repleta de 
azúcar.

En la hora que el sol alcanza su máxima radiación, es habitual resguardarse  en las casas u oficinas, o evitan andar por las calles. Es parte de la adaptación, así como lo hacen otras especies de fauna.

Es fácil descubrir qué autos tienen un propietario que viene de visita, pues deja los cristales 
totalmente sellados hasta arriba, lo que ocasiona que el tablero de plástico se deforme grotescamente. Cualquier habitantes de estos lugares, sabe que es preciso dejar una ranura por donde el auto respire para evitar estos resultados.

A manera de broma, todos conocemos a esta región como un planeta más cercano al Sol que el 
resto de la Tierra; digamos que ocupamos el primer puesto en cercanía al astro rey.

La creatividad y el ocio ante estas temperaturas, inspiró de pequeños, experimentos que concretaron por ejemplo, en dejar caer un huevo sobre el capacete del auto de mi padre. 

Queríamos comprobar si funcionaba como un sartén, ver si realmente estaba tan caliente. Lo estaba; allí mismo hicimos un huevo estrellado. La pintura por supuesto se arruinó más de lo que ya exhibía.

Estas tierras son de extremos, como el desierto que es. Sin embargo la presencia de Altos Hornos de México, el pavimentar cada vez más la ciudad con planchas de concreto que inundan calles y parques, ha contribuido a elevar la temperatura. Se confunde progreso con pavimentación, y tristemente se cortan árboles porque la falta de información y de deseo de conocer cómo funciona un ecosistema, no deja ver que con la presencia de árboles nativos o regionales, la temperatura refresca en al menos  cinco grados.

Salvo por el trabajo de quienes conservan los parques Xochipilli I y II, hay escaso amor y entendimiento por parte de las autoridades, de los múltiples beneficios que la flora que ofrece tanto en regulación de temperatura, como de casa o abrigo de especies nativas y migratorias.

Pero eso no es todo, como opuesto, los nativos de estas tierras han dado cuenta de los  14.4 grados bajo cero que han trozado limpiamente cabelleras que salen húmedas, de improviso a la calle. 

claudiadesierto@gmail.com