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El Quijote atómico
Luego de las terriblemente mortíferas bombas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, hacia el final de la II Guerra Mundial, la palabra atómico, derivada de la voz átomo (que en griego significa indivisible, aplicable a un cuerpo tan pequeño que por serlo no se puede partir), se puso de moda.
De repente muchas cosas, no sólo la bomba atómica, la adoptaron como adjetivo. Así, se aplicó a la entonces novedosa pluma atómica, al bombero atómico, la pareja atómica, el jugador atómico, etc., como sinónimo de moderno o espectacular.
Muchos creen, o creían, yo entre ellos, que aunque procedente del griego, se trataba de una palabra de reciente acuñación en las lenguas modernas. No es el caso del español, pues Cervantes la utiliza en El Quijote un par de ocasiones. Ambas en la II Parte de la genial novela, en los capítulos 1 y 3.
En el capítulo 1 discuten el Barbero maese Nicolás y Don Quijote si en el mundo han existido o no los gigantes. Alega al efecto el Caballero Manchego que sí, pues dice que en “la Santa Escritura, que no puede faltar un átomo [es decir, nada] en la verdad, nos muestra que los hubo, contándonos la historia de aquel filisteazoGolías [Goliat], que tenía siete codos y medio de altura”.
En el capítulo 3 conversan el Bachiller Sansón Carrasco y Don Quijote sobre los libros y los autores que los componen, así como en torno a las censuras y críticas de que son objeto, y afirma al punto El Bachiller: “Todo eso es así, señor don Quijote –dijo Carrasco-, pero quisiera yo que tales censuradores fueran más misericordiosos y menos escrupulosos, sin atenerse a los átomos (o sea, a las minucias) del sol clarísimo de la obra de que murmuran”.
Por los años en que vio la estampa El Quijote, la palabra átomo ya era utilizada en el habla y en la escritura. Por ello, el Primer Diccionario de la lengua Castellana publicado por Sebastián de Covarrubias en 1611 trae su definición. Dice que átomo es “un cuerpo el más pequeño que se pueda considerar, por lo que es incapaz de dividirse. Viene del griego Átomos, que significa sin división”.
Ese lexicón, también conocido como “Tesoro de la lengua castellana o española”, cuya publicación ocurrió seis años después de la aparición de la I Parte de El Quijote y cuatro años antes de la II, hace referencia a la palabra ÁTOMOS, de la que dice que así “se suelen llamar por su pequeñez las moticas que andan por el aire tan imperceptibles que sólo las vemos al rayo del sol cuando entra por los resquicios de las ventanas y las llaman átomos del sol”.
Informa asimismo Covarrubias que la palabra átomo en “especial la usan mucho los poetas”. (48)