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El sabor de la ensalada
Adjetivación despectiva.
Etiquetación descalificadora. Humor cáustico. Acusaciones desprestigiantes. Han sido misiles verbales. Se lanzan en las cúpulas de debate y en los sótanos de redes que se vuelven antisociales. Se hace un clima bélico intestino que no reconoce ningún valor al adversario.
Es una inmadurez relacional en que se vicia la comunicación, y lo que debiera ser diálogo se convierte en dogmatismo, polémica, dilema tajante o autodefensas, aunque no haya ataque. El lenguaje se vuelve selvático y se practica un canibalismo con tenedor.
La numerosa oleada de votantes nuevos recibe la impresión de que la invitación, a apoyar propuestas inteligentes, queda marginada por una siembra de desconfianzas. Se suponen las peores motivaciones y las intenciones menos dignas en quienes pretendieron encaminarse a recibir el mandato de la mayoría para servir a todos.
La civilización de la política es una condición para el avance democrático. La ética de ciudadanos y candidatos es la que dignifica y eleva el intercambio de diversidades. La crítica más auténtica es la que no se dirige hacia las personas sino hacia los proyectos que pueden ser insuficientes o desproporcionados.
En las mismas mesas televisadas en que algunos comentaristas o coordinadores de campaña exponen sus opiniones, el televidente capta las ineptitudes para expresarse y para escucharse. No pocas veces el hablar al mismo tiempo hace imposible escuchar para entender y así poder aceptar o rechazar.
En algunas tertulias de amigos y aún en la sobremesa familiar puede haber brotes de estas actitudes, en que está ausente el fruto de una pedagogía de la comprensión. Poder ver el 9 que otro que está enfrente está viendo cómo 6, y viceversa, es respetar los puntos de vista distintos y entonces comprender lo que no se comparte.
La unidad no es uniformidad ni unicidad. Es la confluencia complementaria de lo diverso como en el cuerpo humano. No en todo los familiares, amigos y compañeros han de pensar y decidir lo mismo. Es una gran oportunidad el tiempo electoral para progresar todos en esa maduración de relación y comunicación frente a lo diferente.
No hacer una feria de adjetivaciones y etiquetaciones denigrantes. Ni hacer circular un humor negro para risa sarcástica. No es saludable un ambiente tribunalicio en que cada uno improvisa su veredicto. La predilección por un equipo deportivo se trasplanta a la cancha política con el apasionamiento de un porrista tatuado. Ciertamente se le puede dar mejor sabor a esta ensalada...