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¿Quién creen que dijo las siguientes palabras, en una entrevista que le hicieron en el año 2011? “Parte del motivo por el que soy como soy son mis profundas raíces puritanas. Mis padres son puritanos. Mis padres son prohibicionistas. En mi casa no se bebía alcohol. No se hablaba de sexo. Y creo que muy pronto vi el lado doloroso e hipócrita de todo eso.” Este discurso claro y contundente fue pronunciado por Hugh Hefner, el exitoso empresario y visionario que fundó, en los años 50 del siglo pasado, el imperio Playboy y quien falleció a los 91 años, por causas naturales, el pasado 27 de septiembre.
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Llegando en el momento correcto, justo cuando la represión sexual y el fanatismo religioso hacían estragos en la sociedad, Hugh Hefner publicó, en el primer número de su revista para caballeros con Marilyn Monroe en la portada, fotografías de hermosas mujeres desnudas, incluyendo las de esta gran estrella hollywodense. Acción revolucionaria y casi anárquica para 1953, que le valió desde el primer momento, ser considerado un pervertido obsesionado con el sexo. Sin embargo, lo que nadie veía en ese momento es que él era el primer hombre que se comportaba como adulto, tratando de sacar a la sociedad de su eterno estado infantil.
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Poco después del gran éxito inicial de la revista, Hugh Hefner empezó dos actividades muy concretas que le ayudaron a afianzar el gran imperio del placer con el que estaba a punto de asombrar al mundo entero. Por una parte debutó en ese nuevo medio que tantos seguidores comenzaba a tener en aquella época: la televisión. En su programa presentaba a un montón de personalidades y cantantes que apoyaban un estilo de vida enfocado en los placeres, mientras compartían canciones y experiencias en la gran fiesta que organizaban en cada emisión.
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Estas intensas reuniones televisadas llevaron al carismático precursor de una sexualidad libre y sana, a crear centros de entretenimiento para caballeros, en distintas ciudades, en los que un gran número de atractivas mujeres, seleccionadas bajo estrictos estándares de belleza y disfrazadas de conejitas, atendían a los asistentes quienes se sentían como parte de esas divertidas fiestas que tanto habían visto por televisión. Con el tiempo, hoteles enteros, casinos y muchos productos empezaron a aparecer bajo la marca Playboy, haciendo de ella sinónimo de una deliciosa vida hedonista a la que todos aspiraban.
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Al llegar la década de los años 70 y con una sociedad mucho más liberada de ataduras y consciente del derecho que todos tenemos a ser dueños de nuestro propio placer gracias, en gran parte, a las acciones de Hefner, aparecieron otras opciones mucho más candentes que hicieron tambalear el imperio Playboy. Revistas como Hustler en las que los desnudos y las relaciones sexuales presentados eran mucho más crudos y explícitos que las artísticas fotografías de Playboy, junto al advenimiento de las videocaseteras que pusieron en los hogares, todas las películas pornográficas que se quisieran ver, hicieron que algunos clubs de Hefner cerraran y que el imperio en general sufriera algunas reducciones importantes.
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Pero Hugh Hefner, visionario e invencible, dejó en manos de Christie Hefner, la mayor de sus cuatro hijos, las riendas de la empresa de la que llegó a ser directora ejecutiva y presidente del consejo de administración. Ella, gracias a su talento y visión, logró no solamente que Playboy se recuperara de la crisis sino que la llevó a nuevas alturas. Durante décadas enteras, Hugh Hefner promovió su placentero estilo de vida desde la llamada Mansión Playboy, ubicada primero en un bello palacete estilo francés de la ciudad de Chicago, Illinois y posteriormente en una enorme propiedad de estilo gótico en Los Ángeles, California.
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Atendiendo a las palabras con las que Hugh Hefner acusaba a su represiva educación de haber provocado que él creara todo un espectacular emporio hedonista, queda claro que mientras más se prohíba cualquier cosa, con mayor intensidad se convertirá en el objeto del deseo de cualquier víctima de represión. El padre de las conejitas nos enseñó, no solamente que el sexo no es malo ,sino que su práctica entre adultos que estén de acuerdo y que proporcione placer a todas las partes involucradas, es una de las actividades más sanas y satisfactorias que el ser humano puede ejercer. Ahora me pregunto ¿todavía habrá alguien de los que creen que Hugh Hefner era embajador del diablo en la tierra? Espero que no.