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El Sol brillará pese a las adversidades: No hay que perder la capacidad de asombro y solidaridad
Lo cuenta Eduardo Galeano de manera extraordinaria: “Diego no conocía el mar. El padre, Santiago Kovadoff, lo llevó a descubrirlo. Viajaron al sur. El mar estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, el mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: ¡Ayúdame a mirar!
Galeano fue acertado: “Ocurre en el proceso civilizador una suerte de mutilación progresiva de la capacidad de asombro, de magia, de locura”.
CIERTAMENTE
Existen realidades en México, y en el mundo entero, que no tienen nada de bueno. Por ejemplo, las enfermedades son siempre realidades negativas para el ser humano que conllevan dolor, angustia, tormento.
Los pensamientos gobiernan las acciones. Eso es un hecho, y es mejor que lo creamos. Ahora estamos donde estamos y somos lo que somos por los pensamientos que dominaron nuestras mentes.
Comento lo anterior ya que, ante lo que hoy padecemos, es mejor tener una actitud esperanzadora, proactiva, ya que es común mirar las cosas peor de lo que son o de lo que pueden llegar a ser y entonces con facilidad nos quedamos estancados en la desdicha, el pesimismo y en una incertidumbre paralizante.
Es ahora el tiempo de hacer ciertos esos viejos refranes que nos predicaban los abuelos: “al mal tiempo buena cara”, “no hay mal que por bien no venga”, “a grandes males, grandes remedios”, “ante la desgracia y el dolor, ten un poco de gracia y humor”; en fin, es momento de obtener algo bueno de lo malo.
CAPACIDAD DE ASOMBRO
La capacidad de asombro es la base de la filosofía. Asombrarse tiene que ver con la posibilidad de hacer reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el ser humano y el universo.
Las personas jamás debemos extraviar esta capacidad, la cual, por cierto, representa una cualidad de nuestra infancia.
Comento lo anterior ya que considero urgente recuperar esa capacidad, hoy adormecida quizás por las prisas y las absurdas preocupaciones a las cuales este alocado mundo nos suele someter.
Pérdida posiblemente derivada, en gran parte, por la terrible actitud pragmática y hostil que, desde hace tiempo, hemos asumido ante la naturaleza y por ese espíritu de dominación que ya caracteriza al ser humano del siglo 21.
La capacidad de asombro es la que ha movido desde sus inicios al mundo, y es también la que ha escrito la historia de la genialidad humana y creo que ahora la podríamos utilizar para encontrarnos con nosotros mismos, con la naturaleza y con el ser supremo. Con esta capacidad podremos ver con nuevos ojos nuestras propias existencias y la relación que tenemos con el entorno que nos rodea.
FUGACIDAD
De pronto, ante la colosal incertidumbre, nos percatamos de algunas incuestionables verdades que siempre hemos llevado con nosotros: nuestras limitaciones e imposibilidades y nuestra quebrantable humanidad.
En esta sociedad en donde impera la prepotencia de la ciencia, el materialismo y el distanciamiento de las personas hacia los valores, los mexicanos recibimos un aviso inapelable de la fragilidad humana. Esta generación ya hizo conciente lo fugaz que somos, la celeridad con la cual puede cambiar la vida de un País entero: nos dimos cuenta que nadie estamos ajenos a nada, que todo nos pertenece. Nos percatamos de lo finito que en realidad somos.
Esta fragilidad invita a apreciar lo que verdaderamente es valioso en la vida, nos acerca a la reflexión que proviene del asombro, a percatarnos que lo mejor de la vida no se encuentra en lo material, sino en saber ser, en aprender a ser felices haciendo felices a los demás, a los que están cerca.
LO VALIOSO
Paradójicamente, ante tanto ruido, también hemos aprendido el valor del silencio, el permanecer, a ratos en soledad, lo grandioso que se desprende de la quietud, la riqueza de contar con buenos libros y buena música no para “matar” el tiempo, sino para disfrutar el tiempo.
Estamos también aprendiendo el valor del arte de conversar, de dejar que se enfríe esa taza de café, de dormir bien, de pensar que lo más apreciable de la vida está más cerca de lo que en ocasiones pensamos; que, de hecho, no se requiere tanto para vivir bien.
Tal vez, también hemos asimilado, como en la película “El mago de Oz”, que no hay mejor lugar que nuestro propio hogar, que es ahí el lugar más seguro para estar, por eso es necesario trabajar mucho para dignificar al hogar mexicano y a los espacios laborales como lugares de aprendizaje, esparcimiento, entretenimiento y convivencia.
De paso, hemos redescubierto la existencia de las estrellas, la Luna y de los atardeceres que sorprenden e invitan a pensar.
ANTE LA INCERTIDUMBRE
Otro beneficio que podemos obtener del agitado presente es la oportunidad de comportarnos solidariamente con México. Acatando, al pie de la letra, las disposiciones que las autoridades han considerado pertinentes, para velar el bien personal, pero mirando, indiscutiblemente, la salud de todos.
Este tiempo también permitirá descubrir cuáles empresas son socialmente responsables, cuáles viven en verdad los valores que pregonan, sobre todo ese valor que, dicen, es su activo más importante: su propia gente.
Ahora, inesperadamente, vamos a ver de qué están hechas las empresas en la realidad, si acatan o no el decreto del ejecutivo, en el sentido de cerrar todas las operaciones no esenciales.
Tangencialmente sabremos en qué tipo de empresa verdaderamente se labora, si le importa más el dinero o el bien común: sus trabajadores. Si acaso cumplen con las disposiciones de la autoridad o hacen caso omiso de ellas, mediante la creación tramposa de sus propias leyes.
Ahora, de paso, nos daremos cuenta cuáles empresas, en el futuro, tenderán o no autoridad moral con la sociedad, pero sobretodo con sus propios empleados. ¡Vaya tema!
ALGO MÁS
Bien dice Khalil Gibran: “Por muy larga que sea la tormenta, el Sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”, así que creo, después de haber aprendido lo que esta experiencia a cada uno nos está dejando, sin duda que el Sol será más brillante no solo para cada uno de nosotros, sino sobretodo para iluminar el porvenir de México.
Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo