El uso responsable de la palabra

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El uso responsable de la palabra

Si alguien piensa que la palabra no es importante, entonces ¿porque es el vehículo que utilizamos para comunicarnos? Hablar de más es una imprudencia, no hablar es una omisión. El problema se agudiza cuando el lugar que ocupamos en la estructura social es de alto impacto.

La palabra sirve para comunicar, iluminar, recomendar, motivar; para proponer ideas, para bajar pensamientos, para externar sentimientos, para construir o para destruir. Es dinámica, se transforma y se adecua a los tiempos. Depende de las latitudes, de las necesidades humanas, de las visiones de mundo, de las ideologías, de los tipos de sociedad, de los modelos de gobierno, de los usos y costumbres. Sin embargo, decir y hacer en tiempo y en circunstancia marca la diferencia entre la verdad y la imprudencia.

Las consecuencias de hablar sin sentido, por el sólo hecho de tener en la mano el micrófono sin medir la fuerza de las palabras genera desilusión, incredulidad y desconfianza; pero sobre todo el desgaste de la palabra y de la persona que la emite. En una sociedad como la nuestra –multicultural, plural y diversa– es importante usarla de forma adecuada.

Venimos de más de 70 años de utilizar un lenguaje que se volvió común y que sirvió para fines e intereses de las personas que formaban parte del partido en el poder. A partir de los ochenta se usó el discurso que impuso el nuevo modelo económico y la sociedad utilizó una nueva forma de hablar.

Y como cada persona, grupo, ideología y propuesta tienen un lenguaje particular, hoy las palabras cotidianas son conservadores, neoliberales, la mafia del poder, austeridad republicana, radicales, tecnócratas, ternuritas y, por supuesto, “la prensa fifí”. Conceptos cargados de sentido y que corresponden a distintos tiempos y contextos. Palabras que incomodan a quienes de manera particular en el pasado cercano se identificaron con las prácticas propias de una ideología que hicieron suya y que hoy, por complicarle la vida al Ejecutivo Federal o por solicitar respeto, muestran inconformidad.

La declaración de “nosotros no somos así” debe tener, dentro de su estructura discursiva, relación con valores como la coherencia, la congruencia, el dialogo, pero sobre todo la tolerancia. No creo que haya quien en su sano juicio en este País esté en contra de discursos como “lucha contra la corrupción”, “combate contra el huachicol”, “cancelación de pensiones para los presidentes”, “bajar los salarios de la clase política”, “atención prioritaria a los más pobres”; entre otras frases que son parte del nuevo lenguaje y que en este momento le han dado credibilidad y confianza al nuevo gobierno.

No es casual que el 67.1 por ciento de la población éste satisfecha con la forma como hoy se encaran las políticas públicas. La aceptación es muy alta, por eso se debe de evitar el lenguaje de confrontación y de exclusión.

Ante un escenario marcado por la división que generó un proceso electoral cargado de encono y división, se requiere un discurso cuyo contenido lo conformen palabras como conciliación, inclusión, respeto, pluralismo y diálogo. Diez y ocho años de ser candidato a la Presidencia pudieron haberle generado al actual Presidente de la República costumbre en su forma de comunicarse. Por eso es importante que sus asesores le recuerden en todo momento que no es Presidente de quienes pertenecen a los pueblos originarios, o de los pobres que viven en las grandes ciudades o de quienes se movieron y son ahora parte del Movimiento Regeneración Nacional. Es el Presidente de todos los mexicanos, nos guste o no a todos los mexicanos.

La tolerancia y el lenguaje asertivo son recursos necesarios para la convivencia cívica. Su uso no sólo corresponde al jefe del Ejecutivo Federal, sino a todos los mexicanos y de manera particular a los medios de comunicación social que durante mucho tiempo usaron la palabra de forma irresponsable y poniéndola al servicio del poder. Es tiempo de sumar y de multiplicar, no de restar y dividir. El uso responsable de la palabra servirá para construir o complicar la dinámica nacional. Así las cosas.

fjesusb@tec.mx