Elogio de la sopa 2/2

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Elogio de la sopa 2/2

¿Cuál es su sopa, su crema favorita estimado lector?

¿Qué prefieren de comer los grandes hombres? Aquellos que sí, literalmente cargan con el mundo a sus espaldas. Sin metáfora en el siguiente caso que usted conoce. Hacia 1962 había una crisis mundial en América y el mundo. Un tipo barbón y broncudo, apuntaba con su dedo flamígero (y con bombas nucleares) hacia América. Era Fidel Castro en aquella “Crisis de los misiles de Cuba.” En aquel entonces gobernaba Estados Unidos de Norteamérica uno de sus presidentes más queridos y de ingrata y violenta muerte en 1966, J. F. Kennedy.

En aquel entonces no había Internet, twiter, facebook ni esas anchetas cibernéticas que hoy los jóvenes creen que han existido por siempre y sin las cuales, se pegan un tiro en minutos al no tener “acceso” cuando se “caen” las redes, porque no pueden concentrase en otra cosa ni mucho menos leer o redactar de corridito en un papel con pluma o lápiz. En aquellos años no había Internet. Una niña norteamericana, como cientos, miles de  ciudadanos, le escribió una carta al Presidente del país más poderoso del mundo. Le hizo una pregunta. Recibió respuesta de puño y letra de J. F. Kennedy. ¿Cuál era el platillo favorito del Presidente?

Una crema, una sopa de pescado; “chowder”, se llama, para ser exactos. El hombre más poderoso del mundo se sentía reconfortado con una sopa de pescado. Esta crema es típica en los Estados Unidos. Y  digamos, es una sopa un poco más recargada que a cualquier sopa o crema diaria que se come en todo su territorio. Se prepara por lo general con un pescado del Atlántico, el eglefino. Y para que de verdad nutra, se le agrega tocino, papas y harina o galletas para que cuaje, según la receta. Comida para astronautas o para marineros. Es tradicional sobre todo en Nueva Inglaterra y la comen los marineros de la Isla de Nantucket en los folios de la inconmensurable novela de Herman Melville, “Moby Dick.” Sí, comen la sopa “chowder.”

Acá en el norte por lo general, se acostumbra al mediodía una “sopa de mariscos”, la cual y en teoría, levanta muertos. Un escritor, Joseph H. Lincoln, ha dicho de la sopa de pescado “chowder”: “Es un plato para la guerra. Creo que la batalla de Bunker Hill se ganó gracias al aporte calórico de esta sopa.” Un Premio Nobel, J.M. Coetzee, en su libro de memorias, “Juventud”, cuenta de un platillo que preparaba con singular alegría para bastimentarse: sopa de carne y verduras.

Ya ve estimado lector que una aparente, sencilla y caliente sopa en su tazón, puede cambiar el rumbo de la historia. En un libro corto de páginas, pero perturbador en extremo, el príncipe ruso León Tolstoi y a los 58 años, escribió su cuento más célebre: “La muerte de Ivàn Ilichi.” La vida de un Juez de provincia el cual se enfrenta a lo inevitable, la muerte. Pero al enfrentarse, se da cuenta de las mentiras, sinsabores y engaños a los cuales lo tenían reducido  su propia familia. Una vida falsa y en apariencia, inútil. Ya postrado en cama en los últimos días de su vida, su existencia se reduce a soportar los estragos del dolor y a alimentarse con… insípidos caldos y cremas. Así lo cuenta en un breve párrafo el ruso: “Cuando despertó comenzaba a anochecer. Le sirvieron la comida. Con mucho esfuerzo tomó el caldo. Nuevamente lo mismo; la noche se acercaba.”

Y es que usted lo sabe lector, no pocas veces se asocia un potaje, un caldo, a los días de ingrata estadía en un hospital. Días lerdos donde el dolor manda y la desdicha se instala en nuestro pecho, por lo cual, un buen caldo vendría a reanimarnos. Y nos reconforta y nos nutre a tal grado, que uno de nuestros poetas más altos y grandes, Pablo Neruda, escribió un homenaje terreno a su sopa preferida, “Oda al caldo de congrio.” El congrio es un tipo de pescado anguiliforme. Parte del texto reza así. “Y en las ollas chilenas, en la costa, nació el caldillo grávido y suculento, provechoso. Lleven a la cocina el congrio desollado, su piel menchada cede como un guante y al descubierto queda entonces el racimo del mar…” ¿Cuál es su sopa, su crema favorita estimado lector?