Embarazadas viven en cautiverio… por temor al Zika

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Embarazadas viven en cautiverio… por temor al Zika

En cuartos sellados, jóvenes de Unión Hidalgo se protegen

UNION HIDALGO, OAX.- Catarina se persigna ante la Virgen de Juquila en un pequeño altar familiar. El ruego constante, día y noche, es para la protección de su bebé de siete meses contra el zika, ese virus que acecha el pueblo de Unión Hidalgo y que la mantiene desde hace casi un mes prácticamente secuestrada en su propia casa.

Catarina Marín, de 29 años, es ingeniera informática y su bebé, varón, es el primer embarazo tras un desafortunado intento el año pasado.

“Yo siempre le digo que si ella [la Virgen] me lo dio, que ella me lo cuide, que me lo traiga sano al mundo. Que me proteja, porque vivo con miedo a ser picada por el mosco e infectar a mi bebé”, comenta sentada en la sala de su vivienda prácticamente sellada.

La joven zapoteca es una de las 102 embarazadas que los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) censó hace no más de 15 días en esta comunidad del Istmo de Tehuantepec, hasta que el gobierno federal, a principios de febrero, hizo oficial los cuatro casos confirmados de zika en la población, aunque el reporte de casos “sospechosos” existía desde principios de 2016.

Actualmente, Unión Hidalgo concentra el mayor número de casos confirmados en el estado, siete de 25 en Oaxaca, catalogándolo como el de mayor emergencia sanitaria, lo que ha obligado a los SSO a buscar embarazadas casa por casa para censarlas.

Esta emergencia alarmó a Catarina y la obligó a reforzar  su seguridad, aunque antes del cerco sanitario, por el contagio de una de sus sobrinas, recurrió a internet para conocer los daños del virus.

“A través de las redes sociales me enteré que los bebés podían nacer con microcefalia, pero me asusté cuando mi sobrina se enfermó de zika, además el año pasado tuve chikungunya, por lo que me protegí más, y prácticamente me aislaron cuando el gobierno dijo que en Unión había cuatro casos. Comprendí que era algo grave cuando me censaron”, detalla.

Catarina atendió las recomendaciones del personal de salud y extremó las propias; puso cinta de aislar alrededor de las ventanas de su cuarto, no sale a la calle, cuando lo hace, rara vez, se sube a su camioneta y no se baja, visita a su ginecólogo dos veces al mes para verificar el desarrollo de su bebé, duplica las revisiones.

“Ya no salgo a la calle (...) No voy a la tienda que tiene mi familia. No bajo del carro. Toda la casa está sellada, con las cortinas puestas. Estoy prácticamente encerrada. No quiero exponerme”.

Luego del censo, los trabajadores de la Jurisdicción Sanitaria número 2 llegaron a aspirar su cuarto, dos días después a fumigar.

MEDIDAS EXTREMAS

A tres cuadras de la casa de Catarina, vive Cecilia Guadalupe Ruiz López, de 25 años y con un embarazo de cinco meses. Comerciante y obrera en la refinería “Antonio Dovalí Jaime” en el puerto de Salina Cruz. Ella también está en el censo de embarazadas de Unión Hidalgo. Desde enero vive angustiada, pues también por internet se enteró de los daños del zika a los fetos con menos de siete meses de gestación. Desde entonces, reforzó su cuidado al grado de ya no salir de casa.

Cecilia se rocía repelente cuatro veces al día, las ventanas de su casa están selladas y no se abren para nada; las puertas, sólo lo necesario. “Cuando supe que había zika en el pueblo me asusté mucho, me alteré, pero me pidieron tranquilizarme por no afectar al bebé.