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Embudos ébola
Las empresas quiebran, el papá pierde al hijo en las drogas, o México convertido en un avión en barrena. Cuando la incertidumbre rebasa la cantidad de información, no es posible el control. Las leyes de control son tan rigurosas e indefectibles como la ley de gravedad.
La Ley de Ashby es la ley suprema en materia de gobernanza y alta administración.
Fue descubierta a la par que la teoría de información. A mayor incertidumbre, mayor es la cantidad de información requerida para lograr control. Información es el reverso de incertidumbre. Nuestros gobiernos la violan de pe a pa.
Un embudo sirve como símil. Cuando se desobedece esta rigurosa ley los problemas se atoran y se acumulan. Cada oficina de gobierno es un embudo atorado. Por eso la corrupción e impunidad se eternizan y siguen creciendo.
Los políticos agravan el problema. Nos recetan más y más embudos. El sistema nacional anti-corrupción es un mega embudo burocrático. Ya tenemos demasiados políticos embudos ébola: letales y contagiosos.
En teoría, el Estado posee un sistema político apto para enfrentar cualquier reto. Sin embargo, está colapsado por partidos políticos disfuncionales sin vocación democrática. Por tanto, dejan al descubierto pirámides autoritarias auto-complacientes e ineficientes.
El resultado es un México con dos pirámides interconectadas por un vértice. En lo más alto estamos los ciudadanos gobernantes, el pueblo soberano. En la base de abajo somos los gobernados, los que pagamos impuestos y sufrimos el mal gobierno.
¿Quién es el embudo principal en medio de todo? El presidente. Su ignorancia es un embudo, su falta de respeto al ciudadano es otro. En la bajada hacia el presidente hay varias capas con intereses propios. Los partidos, las elecciones, diputados y senadores hasta llegar al presidente. De allí hacia abajo siguen la propuesta de Ley de Ingresos, las secretarías de estado con sus burocracias y gastos inflados, moches, etc. ¿La corrupción? Es el aceite que el sistema ofrece para desatorar problemas.
Toda esta estructura intermedia de bajada nos cuesta millones de millones. Ambas pirámides están plagadas de embudos. Podríamos rediseñar el gobierno usando mucha tecnología, pero los políticos embudo no ceden sus espacios.
Quienes se apoderan de un puesto y controlan algún embudo salen caros y aparte son archienemigos del cambio. Eso explica las candidaturas ciudadanas taponeadas durante 50 años, las cuentas de opacas de Pemex y a los más peligrosos delincuentes encargados de vigilar la ley. La verdad es evidente: infectados sobran.
¿Como detectarlos? Busquemos ambientes propicios para generar serviles, borregos que sirven de tapones, encubridores, o yes-men. Allí florecen los embudos habilitados por los encubridores. Andrés Manuel López Obrador es el super-campeón embudo ébola. Otro recién desempacado es PP MID quien nos dejó azorados al ponerse de pompis frente al vetusto líder de la CTM. ¿Ven qué fácil se contagia? Impulsado por redes sociales el ebola político se rie del sida. ¡Cero y van dos embudos ébola para presidentes de México!
¿Y tú Ricardo Anaya qué? ¿Dónde qué lado te ponemos? ¿Estás infectado tan jóven? José Antonio Meade se manchó de sumisión en gobiernos del PAN y del PRI. Otros autoritarios/sumisos como Felipe/Margarita, y hasta Martita/Fox colaboran con los manipuladores de Meade. El paciente México requiere ser salvado.
Despierta, Ricardo. El voto casi unámime a tu favor de 270 consejeros es anti-natural. Para el panista verdadero no es adorno, sino vergüenza. Deja las simulaciones democráticas a los dirigentes del PT, VERDE, PRI y Morena.
Tú sé un moderno Ulises. Escucha las sirenas, pero asegura el rumbo histórico hacia un candidato-ciudadano para el Frente. Los partidos infectados te seducen para llevarte a su orgía anti-democrática —como víctima propiciatoria. Quedaríamos con un joven Ulises desvirginado y México desahuciado.