En México cualquiera puede ser secuestrado: especialistas

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En México cualquiera puede ser secuestrado: especialistas

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Entre diciembre de 2012 y septiembre de 2016 fueron denunciados 5 mil 67 plagios; 3.6 en promedio diario

CDMX.- En sus inicios, los secuestros en México tenían fines políticos y muchos años después el objetivo fueron los grandes empresarios y gente famosa, pero en la actualidad se siente más miedo e inseguridad, porque el crimen organizado se ha diversificado y cualquiera es secuestrable, explicaron especialistas.

El secuestro produce tanto daño que el dolor no termina con el rescate de la víctima. Impacta en la sociedad por el sufrimiento físico y sicológico, no sólo para la víctima del plagio, sino para toda la familia.

Autoridades federales y estatales realizan esfuerzos para combatirlo, pero sigue siendo un delito frecuente cometido también por policías o exelementos, dijo Isabel Miranda de Wallace, presidenta de Alto al Secuestro.

En México, entre diciembre de 2012 y septiembre de 2016 fueron denunciados 5 mil 67 plagios; 3.6 en promedio diario. Se calcula que cinco de cada seis no se denuncian, de acuerdo con las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

“La ausencia de un familiar es similar a lo que viven con los desaparecidos. El proceso de angustia, de incertidumbre es mayor y es permanente durante el cautiverio. La ausencia del cuerpo es muy importante para el sufrimiento, ellos no tienen a quién llorarle. 

“Ese procedimiento es uno de los sentimientos más aterradores que pudiéramos tener”, afirmó Emilio Daniel Cunjama, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).

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EVOLUCIÓN DEL SECUESTRO

Emilio Daniel Cunjama y José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C., coinciden en que hay tres fases en la evolución de los secuestros en México.

En los 70 fueron grupos guerrilleros y secuestraban políticos; la segunda etapa es cuando llegan las bandas preparadas que elegían a empresarios de muchísimo dinero, en los 80 y 90; a partir del año 2000, los expertos advirtieron la aparición de imitadores de Daniel Arizmendi o Andrés Caletri, los delincuentes comenzaron a secuestrar.

“Ahora tenemos otro cambio, éste implica la participación del narcotráfico; empezaron levantando a sus enemigos y después a levantar inocentes”, explicaron Ortega, Cunjama y Wallace.

Ante ello, las Fuerzas Armadas han intervenido. El Ejército liberó a mil 154 víctimas en 2014 y a 164 al año siguiente, la Armada de México salvó a 36 y 34 personas.

A nivel nacional hay una ligera disminución. En el Estado de México fue 60 por ciento en el último año, la entidad de mayor incidencia en esta administración, reconoció Patricia Bugarín, coordinadora Nacional Antisecuestro.

Los delincuentes también evolucionaron, debido a que la mayoría de los robos quedan impunes, aunque casi 50 por ciento de los secuestros son aclarados y actualmente hay más de 10 mil plagiarios presos. 

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El proceso de angustia, de incertidumbre es mayor y es permanente durante el cautiverio”
Emilio Daniel Cunjama, investigador del Inacipe

‘¿La oreja o la vida?’

Fueron tres las ocasiones en que Raúl recibió cajas muy pequeñas en la dirección de su negocio. En la primera había un dedo meñique; en la segunda, un anular, y en la tercera una oreja. 

Cada uno de estos miembros pertenecían a su hermano Joel, quien fue secuestrado el pasado 26 de agosto y por quien los delincuentes exigían el pago de 10 millones de pesos para su liberación.

Desde el inicio Raúl entraría en contacto con la Unidad Especializada de Combate al Secuestro de Michoacán.

Aquel domingo 26 de agosto a las 10:00 de la noche, Joel sintió una pistola en la sien y escuchó: “¡Ya te llevó la chingada, cabrón! Haz exactamente lo que te digo”.

“Estás secuestrado y nos vas a decir cuánto dinero tienen tú y todos tus hermanos”, escuchó.

Joel explicó que vivía con su esposa, no tenía hijos, rentaba una casa por mil 200 pesos mensuales y un local de papelería por 2 mil 500 pesos. Dijo que no tenía dinero, que no era una persona solvente.

“Yo podía ver un poco por abajo de la venda porque no estaba del todo apretada, vi una tijera grande como de cortar pollo y sentí cómo me cortaban el dedo meñique”, narró.

“Al décimo día de cautiverio, el 8 de septiembre, la pregunta del que parecía el líder de la banda fue: ‘¿Tu oreja o la vida?’; y tuve que responder: ‘Mi oreja’”, recordó Joel.

“A las dos semanas del secuestro escuché que alguien tiraba la puerta del cuarto a patadas: ‘Somos de la Unidad Antisecuestros’, y gritaban mi nombre. Yo sólo les rogaba que no me mataran”.

Joel considera que ese joven que le cortó sus miembros debería recibir una inyección letal y que sus órganos fueran “donados a otras personas que sí merecen vivir”.