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En tu sotana

La pérdida de confianza irreversible hacia la Iglesia Católica en aquellos países donde la pederastia de sus curas ha sido negada –como si no hubiera existido por más de 20 años– no sólo por la ¿Santa? Sede sino por influyentes instituciones religiosas y padres de víctimas que parecieran sopesar más el status social –sin cuestionar nada que sus “directores espirituales” les indican– que la desgracia existencial de su hijo, dañado para siempre una vez destruidos los pilares de su existencia: su cuerpo, su mente, su psiquis y la espiritualidad con la que nació, pero que depravados hipócritas le arrebataron. 

“El papa Francisco dice que llora por las víctimas, pero lo que queremos es que transforme sus lágrimas en acciones”, le dicen los chilenos. Tres días antes, en repudio por su visita, en tres iglesias en Santiago de Chile detonaron una bomba en cada una de ellas, más la advertencia en un panfleto que anunciaba: “Las próximas bombas serán en tu sotana”. 

Puro cuento resultó la tolerancia cero anunciada por Francisco. No ha dado ningún golpe resolutivo, los curas pederastas continúan impunes y libres para seguir dañando a niños. El poderoso cardenal australiano George Pell fue nombrado jefe de finanzas vaticanas pese a existir miles de denuncias acumuladas por décadas. 

Hay cuatro mil casos de pederastia desde los años setentas al 2002 en Sodalicio de la Vida Cristiana, una influyente congregación católica que reconoce que su fundador, Luis Fernando Figan, abusó de 36 personas, 19 de ellas menores de edad. 

Alberto Athié Gallo no deja de luchar contra la pederastia de la Iglesia Católica desde 1994, cuando fue víctima del fundador de Los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado. Lo hace desde las presiones, asegura, que tuvo del arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera

Como demostración de la actitud de la ¿Santa? Sede por descalificar a las víctimas y proteger a ultranza a los pederastas, la ONG estadounidense Bishop Accountability informa que inculpa a casi 80 religioso chilenos desde el año 2000, y los obispos tienen la obligación de denunciar los abusos hacia menores. El obispo Sean O’Malley, presidente de la Pontificia Comisión de la Protección de Menores, emitió un comunicado el 20 de enero donde se refirió a los hijos de sacerdotes (Spotlight de Boston, diario The Boston Globe). 

Lo que más indignó a los chilenos es que el papa Francisco sentó en primera fila, de todos los actos, al pederasta Felipe Barros quien por años se limitó a observar cómo su “superior” Fernando Karadima abusaba de menores. Francisco exigió pruebas, no calumnias. En el vuelo de regreso al Vaticano, Francisco piensa y matiza sus palabras: cambia “pruebas” por “evidencias”. Cómo cuando sellan en un silencio criminal, cuando el delito prescribe a capricho de la ¿Santa? Madre Iglesia. 

¡Decídete a ser feliz hoy!

@A_lfonsina