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Ensayos norcoreanos, las opciones de Trump
Pyongyang probó esta semana su misil con mayores capacidades hasta el momento. Se estima que este misil podría golpear sitios como Washington o Nueva York. Sin embargo, ya desde julio Corea del Norte había lanzado misiles intercontinentales balísticos con la potencia para alcanzar ciudades tan importantes como Los Ángeles o San Francisco. Es decir, el último lanzamiento no supone un cambio rotundo a una amenaza que ya existía (un ataque nuclear a cualquier ciudad estadounidense sería inaceptable para Washington). Lo que sí significa es que Corea del Norte se mantiene efectuando adelantos considerables en ambos, su programa nuclear y su programa de misiles y que, por tanto, las medidas que se han implementado —conversaciones, sanciones económicas, aislamiento diplomático, presionar a China, el principal aliado de Pyongyang, además del incremento de la militarización de la península (lo que incluye mayor presencia naval y ejercicios militares de EU y sus aliados)— claramente no están funcionando.
Pyongyang ya ha detonado artefactos nucleares de hasta unos 100 kilotones y, como hemos visto, Kim cuenta ya con misiles intercontinentales balísticos de probada efectividad. Se piensa que Pyongyang ha también ya miniaturizado la bomba y solo le faltaría demostrar que puede trasladarla y detonarla en su destino. ¿Qué opciones restan, entonces, para desactivar la espiral?
Primero, la opción militar. EU podría, en teoría, lanzar un ataque "preventivo" contra Pyongyang y demostrar resolución absoluta. Pero la verdad es que esa opción, hasta ahora, ha resultado poco creíble. La razón primaria es el nivel de daño que se ocasionaría en Corea del Sur, si efectivamente las acciones bélicas escalaran. Otra alternativa, por supuesto, es entender que el proceso actual no tiene reversa y diseñar estrategias para coexistir con una Corea del Norte nuclear. A pesar de que Washington insiste en que esta opción es inaceptable, la tendencia actual se encuentra encaminada precisamente hacia ese punto. A menos, por supuesto, de que Trump decidiera volcarse sobre la "solución" militar y asumir el costo humano en Seúl como un "daño colateral". Aún así, para que esto ocurriese queda solo una ventana de tiempo limitada. En el momento en que Pyongyang termine de afinar sus capacidades de ataque a territorio estadounidense, esta alternativa podría quedar neutralizada.
La opción que resta es trabajar mucho más de cerca con China y Rusia. Pero para que esto fructifique se necesita un viraje en las posturas encontradas que hasta ahora las superpotencias mantienen. Para China y Rusia, Pyongyang actúa como actúa debido a que se siente bajo amenaza perpetua. Para Washington, quien amenaza la paz internacional es el joven Kim, no al revés. Por consiguiente, las propuestas ruso-chinas consisten en un desescalamiento simultáneo: por un lado, comprometer a Pyongyang a congelar su programa nuclear mientras se activan las negociaciones, pero al mismo tiempo, frenar los ejercicios militares y despliegues de Washington, Seúl y Tokio. Hasta hoy, la administración Trump se ha mostrado reticente a aceptarlo. El punto es que a medida que se ha permitido que los meses transcurran sin que las cosas cambien, Pyongyang sigue progresando en sus metas, lo que eventualmente terminará neutralizando la eficacia de esa propuesta, dejando solo las dos opciones arriba mencionadas: aceptar y coexistir con una Corea del Norte con capacidades para atacar nuclearmente a EU debiendo afrontar un nuevo equilibrio de terror, o bien, lanzarse a un conflicto armado de dimensiones imprevisibles.
Twitter: @maurimm
Por Mauricio Meschoulam
(Analista internacional)
EL UNIVERSAL