Entender a las mujeres…

Usted está aquí

Entender a las mujeres…

Polarizada la atención en la Presidencia de la República, estamos dejando de lado una buena y gran elección que se antoja igual de definitoria, como la presidencial. Es decir, hay otra guerra electoral, tal vez más entretenida y a la cual hay que observarla y ponerle lupa, por lo que representa. Es la elección por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, la ciudad más poblada de México y de Latinoamérica y aquí sólo tienen posibilidades reales de ganar los candidatos de Morena y la coalición “Por la Ciudad de México al Frente” (aglutinados están el PRD, PAN y Movimiento Ciudadano). En ambos casos, las candidatas son mujeres. Poco se ha abordado ello bajo lo que ahora es una gran moda, ese chisme incorregible llamado equidad de género.

El problema creo que usted si es varón (o mujer, es decir, es lo mismo) ya lo sabe desde siempre: quién entiende a las mujeres. Usted lo sabe: una mujer se viste para que la vea otra mujer, jamás un hombre. Una mujer le pide apunte y recomendación de la ropa a usar y maquillarse a otra mujer y jamás a un hombre. Y claro, el mayor y peor enemigo de una mujer… es otra mujer. Incluso, el peor enemigo de una mujer, es ella misma. Una mujer contra sí misma. Fue el caso del chiste que fue la candidatura “independiente” (lo que eso signifique. Tal vez lo pueda explicar coherentemente el infante Danao de la Peña, ya encimado en la burocracia municipal) rumbo a la Presidencia de la República, de Margarita Zavala. Nunca, nunca la abordé por eso. Enemiga de sí misma, la única mujer se retiró de la contienda: lo hizo en Televisa en horario triple A. Ya luego, 12/14 horas después, le avisó legalmente al INE. Es decir, las instituciones valen madre, así de sencillo. Decía que por el partido de un solo hombre (AMLO), Morena, va Claudia Sheinbaum Pardo y por la alianza de chile, azúcar, sal y manteca, va la exaeromoza, Alejandra Barrales. Ambas son las que pueden ganar, una de ellas es la que va a ganar. Y no deja de ser interesante y claro, preocupante esta guerra electoral entre mujeres, cuando sabemos que la megalópolis es un crisol donde en teoría y sólo en teoría, hierve la verdadera equidad de género con todas las libertades que se preconizan. Cosa que siempre he dudado, pero bueno, alabar esto es lo de hoy, aunque lo vivimos, Margarita se asustó, se cansó, se malpasó y renunció. No hay valor ni palabra en una mujer.

Pero, hay que hacer aunque sea un rápido recuento para enmarcar esta lucha que dejará a una mujer entronizada en la ciudad más grande de Latinoamérica. Iniciamos. En 1996 se hizo una reforma a la Constitución Mexicana que permitió la creación del gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México). Para 1997 hubo las primeras votaciones para elegir Jefe de Gobierno y dejar atrás lo que se conocía como Regencia.

ESQUINA-BAJAN

E insisto, como la Ciudad de México todos creemos que es de avanzada y al final de cuentas, la única ciudad que merece ese título, desde entonces, las agrupaciones políticas empezaron a incorporar a más mujeres (movimiento feminista) en sus organigramas de trabajo, sitios de liderazgo y claro, cargos de elección popular con el fin de atraer al electorado y buscando que su transformación política se viese reflejado en el tráfago cotidiano y en clara diferencia con la visión política masculina. ¿Ha sido así? Usted tendrá su mujer opinión, pero en aquella primera elección (1997) sí hubo una mujer en la boleta. Fue María Viola Tapia Flores, sí, la cantante “Viola Trigo”, quien fue propuesta por el PT y… perdió en la urna. Obtuvo una raquítica votación. Ganó Cuauhtémoc Cárdenas, en ese entonces del PRD. Y claro que también usted lo sabe, luego y sólo en dos años, llegaría a la jefatura de Gobierno del DF, Rosario Robles Berlanga, porque ella asumió el cargo (sin haber ganado en la urna) cuando Cárdenas renunció para ir por la Presidencia de la República (1999). Y Robles siempre ha estado involucrada en problemas de dineros y presupuestos, como en el año 2004 y su sonado affaire con Carlos Ahumada. Hoy anda en otro sainete de proporciones cósmicas con un millonario desvío de dinero federal ya documentado en libro y no, no ha pasado nada. En 2006, hubo otra mujer candidata a la jefatura de Gobierno, fue Beatriz Paredes, postulada por el PRI y el PVEM. Perdió en la urna, no obstante ya había sido gobernadora de Tlaxcala. Hoy terminamos este somero recuento con la siguiente afirmación: una mujer, jamás vota por una mujer.

En 1955 por primera vez las mujeres tienen derecho a votar en elecciones federales. Y en este México moderno que hoy habitamos, si ya tienen un buen rato con su opción de llevar al poder (“empoderar”, lo que eso signifique actualmente, en fin, vicios y lagunas garrafales de los jóvenes que son el futuro de México y su vida vegetativa en las redes sociales) a otra mujer mediante su voto ¿por qué no lo hacen? Porque una mujer no vota por otra mujer. Hoy las mujeres son más del 51% de la lista nominal y no han podido tener mayoría en puestos de elección popular a buena escala de decisión política. Y usted lo sabe, aquí en Coahuila se quiere hacer ganar a huevo a Verónica Martínez del PRI, porque es la candidata y “Plan A hasta la Z”, de Miguel Ángel Riquelme para sucederle en el cargo de la gubernatura de Coahuila.

LETRAS MINÚSCULAS

Diría Joseph Conrad, “el horror, el horror”.