Entre el gato y la trampa

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Entre el gato y la trampa

En su libro “Escribir en la oscuridad”, el israelí David Grossman hace una reflexión de lo que significa escribir en una zona donde el conflicto forma parte de su vida cotidiana. En una zona de catástrofe.

Para ello, recuerda un cuento breve de Franz Kafka, donde un ratón, puesto entre una trampa por delante y un gato que le acecha por detrás, exclama: “El mundo se ha vuelto estrecho”.

El mundo se ha vuelto estrecho, ni más ni menos. E incluso las palabras, el lenguaje para describirlo, dice Grossman, también se vuelven más estrechas.

En un conflicto, sus escritores y sus habitantes usan el lenguaje de manera superficial. Si el conflicto se alarga, cuanto más se irán empleando palabras superficiales, hasta que acaben, reflexiona, en clichés y eslóganes.

Es interesante seguirlo. Expone que primero se empieza con el lenguaje usado por las propias instancias involucradas directamente en el conflicto: el ejército, la policía, los ministerios. Los medios de comunicación, los que informan de él, ofrecen historias fáciles de digerir, “dando lugar a un lenguaje todavía más retorcido” y “creando una separación entre lo que el Estado hace en la zona oscura del conflicto y la forma en que sus ciudadanos prefieren verse”.

Luego viene una tercera manera de enfrentar el uso del lenguaje: ese proceso de las instancias de gobierno y medios de comunicación acaba penetrando en el lenguaje privado e íntimo de los ciudadanos del conflicto.

Es así como los clichés y estereotipos terminan imponiéndose entre las relaciones entre unos y otros. Clichés y estereotipos usados para describir con prejuicios, para mostrar los miedos remotos y generalizar: “generalizaciones en las que nos encerramos y atrapamos a nuestros enemigos”.

El mundo, así, cada vez más contenido, constreñido, limitado.

Escribir en esas condiciones, para un novelista, poeta, historiador periodista, se convierte entonces reto mayor. Un reto frente al cual hay que hacer gala de valentía y voz propia.

En situaciones de conflicto, en momentos de parto para las sociedades, cuando mucho del mundo hasta entonces conocido se viene abajo, amenazando con desplomarse, los contadores de historias y mundos imaginados se enfrentan a distintas maneras de concebir su lenguaje.

Cuando los primigenios años de los primeros habitantes, en la caverna dibujaban con trazos apegados a la realidad a la que añadían sentido mágico: pintaban la caza de búfalos y con ello entonces la idea de la reproducción. Pero en el momento en que el ser humano entra en crisis el lenguaje se vuelve abstracto.

Grossman, quien, viviendo en una zona de permanente conflicto, en una zona de catástrofe, goza de la libertad de la palabra para poder respirar a pulmones llenos la libertad que ve negada a su alrededor, y aunque son claramente identificables los personajes que se involucran en el conflicto: los agresores y las víctimas, opta por procurar entender a quien tiene enfrente: “Escribo y hago cuanto puedo para no hacer oídos sordos a la justificación y al sufrimiento de mi enemigo”.

Qué posición tan ética la de Grossman. En un mundo en el que todo parece visualizarse bajo la lupa de negro y blanco, él es capaz, en medio de las dificultades, de tratar de entender lo que rige el pensamiento y la acción del que en la lucha es su enemigo. Es consciente incluso de lo que pueda sentir por su causa, y además, descubre entre ambos “sorprendentes semejanzas”.

Para él, cuando el escritor está alegre, sus textos son sacados de la imaginación; cuando está triste, de los recuerdos.

Enfrentar las circunstancias adversas dice mucho de carácter y personalidad, de la manera en que está fraguada la conciencia. Para los escritores, entender su papel en la sociedad resulta un reto en momentos como los actuales: decidirse por el lenguaje superficial y siguiendo la pauta de otros que marchan delante, o componer sinfonías nuevas que hagan a los demás descubrir por sí mismos senderos insospechados.

MARÍA LUISA ALVARADO

Un adiós triste a nuestra querida amiga, María Luisa Alvarado, Lichis, conocida así por todos sus amigos entrañables, que partió ayer. Ella hizo historia en este mismo medio dentro del periodismo cultural en nuestra ciudad, y su bondadosa labor altruista será recordada por siempre. Abrazo muy afectuoso a su familia, que ella misma extendió entre sus amigos.