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Esclavismo soft en el siglo veinte
A Guillermo, mi padre
“En el decenio siguiente que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea
tu país
mi país
los países que crecían entre tu alma y mi alma de repente
duraban un instante antes de irse
o desaparecer”.
Juan Gelman (De La economía es una ciencia)
El día de hoy, en estas tierras coahuilenses hay hombres que se levantaron a las 4 de la mañana en campos parecidos a los campos de concentración, para iniciar ejercicios durante más de una hora. Luego fue momento del desayuno que la empresa les ofreció. Esto ocurre aquí, cada día, en el vasto territorio desértico.
Son trabajadores para la nueva tendencia sudcoreana que tiene hechizados a más de uno con sus números de productividad. Y es en este sitio solar donde permanecen una semana y
realizan trabajos físicos, manuales o con variadas complejidades técnicas.
Mexicanos, excelentes manos de obra calificada, navegando en transparentes legislaciones sobre derechos humanos, leyes tan habilitadas en sus huecos para que crezcan tumores como estos campos laborales.
Y los fines de semana, los hombres pueden descansar, o bien permanecer trabajando el sábado y el domingo. Así quince días lejos, o más. Dinero para las familias, ausencias de figuras y rostros. Seres que ahorran el dinero de la comida que la empresa les otorga.
Así hay más dinero para la familia pero menos miradas, menos convivencia.
Seres anónimos que erigen las torres del cancerígeno progreso celebrado con números en portales estadísticos para el ego de la clase empresarial y política.
En las cuentas alegres, México ocupa el primer sitio en la competitividad para hacer negocio. Y cómo no van a elegir las empresas extranjeras a nuestro país para instalarse, si el salario mínimo para la clase trabajadora es el más bajo del mundo, sólo superado en pauperización por Haití. Es decir, es humillante el salario, por eso nos buscan. Aquí hay muchos tapetes para sus empresariales pies.
Algunos analistas han instado a México para que trabaje en el lado humano. Es decir, que busque mejores condiciones laborales, entre ellas un mejor sueldo. El salario mínimo general es de 70.10 pesos por ocho horas laborales. ¿Qué hace quién con 70.10 pesos al día? ¿Realmente los trabajos son de ocho horas?
En este contexto, empresas extranjeras siguen llegando, abrevan de esta exquisita miel que es la sangre mexicana mientras se erosiona la convivencia con trabajos a matacaballo.
Y se llega el día en el que el hombre regresa a la ciudad y la mujer espera verle; es una breve estancia en donde el dinero se va en gran parte en curar los huecos de la ausencia y también en unas buenas cervezas, que de pensar volver allá, ver estos amplios horizontes solitarios, con horarios rígidos y miradas extranjeras contabilizando los segundos, dan ganas de volver a subirle a la cumbia y terminar con el cuerpo sumergido en la ebriedad.
¿Hasta cuándo hermosas flores humanas seguirán perfumando para narices constipadas?