Ese mundo virtual

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Ese mundo virtual

La apropiación de las expresiones que antes aparecían a diario en televisión y se repetían en la vida cotidiana se ha vuelto ahora un fenómeno de la red, que identifica al grupo social. El deseo de pertenecer con ansia a ese grupo hace que esas expresiones se emitan hasta el cansancio. Así, el “mundo mundial”, que  probablemente ya se haya derivado para el momento en que se escriben estas líneas en “universo universal” y en “planeta planetario”, forman parte de ese grupo de palabras que, dichas una y otra vez, nos permiten alcanzar la simpatía y la bienvenida de quienes ya las emplean incesantemente, y que reconocerán en nuestra aplicación a todo aquél que se encuentra en la misma sintonía.

Es importante esa identificación en estos tiempos en que, pese a la comunicación en uno y mil sentidos, el usuario de la red se encuentra sumido en el terreno del desesperante anonimato. Usar esas expresiones, cantar a coro las mismas piezas que los demás, observar sus comportamientos e imitarlos, permiten a los usuarios entrar en un mundo virtual en el que se dan la oportunidad de “ser” alguien. 

Una oportunidad de oro para salir del agobiante anonimato que muchos sienten a diario llegó con la “invitación” del padre de la ya famosa Rubí a la fiesta de los XV años. 

Sentirse en ese “mundo mundial” hizo apoteosis con la fiesta de la adolescente. No se le vio como una gracejada y nada más: un mar de cibernautas mexicanos se sintieron parte de la fiesta. Se sintieron invitados y, como se sabe, muchos de verdad asistieron; y una de las consecuencias de ello derivó en el lamentable fallecimiento de una persona. Un México al que se creía difícil de aprehender estaría allí de verdad. Estaría compartiendo desde sus redes, en sus hogares y festejos privados el creado “megafestejo” de la quinceañera.

Se escucharon las voces que encomiaban la “unidad nacional” del pueblo mexicano. ¿Unidad nacional? El México que creo nos debe preocupar no debiera estar ahí metido. El México que pone un pie en este incierto año 2017 debiera estar preocupándose por asuntos que de verdad nos están afectando. Asuntos que llegan desde ámbitos internacionales, como el inminente y amenazante panorama por el ascenso de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, así como la escalada de precios que también inminentemente se avecina.

Pero es difícil: ¿cómo intercambiar el jolgorio y la risa por la seriedad y la responsabilidad? Muy buena parte de lo que sufre el mexicano es debido a su resistencia al compromiso y, en cambio, su constante adhesión al juego y una permanencia en la superficialidad de las cosas.

La falta de compromiso, en tantas ramas del trabajo y del saber, ha hecho que el país falle profundamente en el campo de la profesionalización.

Urge mentalidad nueva. Urge trabajo en serio. Nos urge mejorar la actitud frente al quehacer cotidiano. 

No debiera ser la fiscalización ni el temor lo que provoque que el país funcione. Por supuesto, hay una parte de ese México que en eso está interesado: en que el país no funcione. Pero la que no pertenece a ese cáncer de la sociedad debiera hacer un compromiso a diario para hacerle frente y erradicar la enfermedad. Es ahí donde, sin duda, radica la tan deseada fuerza mexicana, la tan anhelada unidad nacional de la que tanto se ufanaron quienes participaron con su tiempo y sus energías a seguir, minuto a minuto, la fiesta de una niña que, realmente no para su bien, de pronto se convirtió en un “objeto de lujo” para quienes fantasean con un mundo ideal forjado en las redes y desechado enseguida con la misma facilidad con que lo adquirieron.

FALTA DE VIGILANCIA
El desmesurado crecimiento de Saltillo ha acrecentado y también lo han hecho, evidentemente, sus problemas. El de la seguridad no es poca cosa, y mucho menos cuando de colonias marginadas se habla. Los terrenos cercanos a las colonias Mario Ortiz y Diana Laura, al poniente de la ciudad capital, son zonas de robos que padecen con delirante frecuencia sus pobladores. Ojalá y pronto, el sector sea no sólo mejor resguardado, sino apoyado en muchas de sus debilidades. Hasta los años 80, esas colonias formaban parte aún de la periferia rural de Saltillo. Hoy viven en situaciones críticas de seguridad, vigilancia y embellecimiento, quedándose a un triste medio camino entre lo peor de la ciudad y lo peor del campo, sin los beneficios de la una y del otro, pero sí con todos sus problemas de hacinamiento, suciedad y una falta de vigilancia que las vuelven vulnerables todos los días.