Usted está aquí
‘Estoy con ustedes…’
¿Qué hacer?, ¿cómo combatir a este enemigo invisible? Los costos de salud mental por la pandemia del bacilo chino, son brutales. Las consultas con psicólogos y terapeutas serios y profesionales están llenas. No hay cupo ni agenda libre. Aquellos merolicos que se dedican a la superación personal, al “coaching”, a la comunicación y problemas de pareja, especialistas en crisis sentimentales y laborales y un largo etcétera, siguen presos de sus discursos hueros: la pandemia nos va hacer mejores, no es un problema sino una oportunidad de oro para mejorar, haz tu lista de cosas pendientes para cuando esto pase y las cumplas… en fin, filosofía para sirvientas.
Lo bien cierto es que la pandemia esta haciendo estragos en la salud física y mental de los humanos. Las cifras son de miedo y usted las conoce. No vale la pena repetirlas una y otra vez. Mejor aún: ¿Qué hacer, cómo combatir este enemigo invisible y letal? Muchos lectores como usted, el cual atiende estas letras hoy, me han comentado de estar saturados, atiborrados de información buena y mala al respecto. La cabeza, me dicen, literalmente les explota. Les creo. Un 95 por ciento de mis conocidos y amigos van con psicólogo y tienen de cabecera, una pastilla para dormir. De este tamaño es nuestra angustia, problemática e insomnio al respecto. ¿Las edades? Pues ya va al terapeuta todo mundo. Desde una amiga de 20 y tantos años que es estudiante universitaria, hasta un buen amigo, ingeniero él, el cual tiene 80 y tantos veranos.
¿Qué hacer? No lo sé. Cada quien debe de hurgar dentro de si mismo y buscar sus raíces con las cuales asirse más a esto llamado tierra. ¿Cómo encontrar paz dentro de los nubarrones diarios de tormenta? Insisto, no lo sé. Cada ser humano debe de buscar esa salida a las tribulaciones que nos aquejan. El abogado y el hombre que más sabe sobre transparencia y rendición de cuentas gubernamental, el doctor Víctor S. Peña, junto con su familia, sortean la pandemia recluidos en su mansión climatizada y su espléndida biblioteca, en Hermosillo, Sonora. Hombre de letras y de fe, hablo con él una vez por semana mediante ese aparato ya en desuso hoy: teléfono residencial. Se le escucha y se le siente bien y seguro. ¿Cómo libra el aislamiento? Tiene varias técnicas, entre ellas, va rotando la cocina familiar a diario con su esposa Mayra. Un día cocina todo el día él, al siguiente su esposa.
Y es que él, como yo, como todos los que hemos vivido por etapas de nuestra vida en solitario y en varios lugares del País, pues la cocina se nos da de maravilla y uno aprende ciertos trucos culinarios que hoy, son un blasón. Otro doctor en derecho, magistrado él, el ibérico Luis Efrén Ríos Vega, quien es un ave de tempestades: se le ama o se le detesta. O las dos cosas al mismo tiempo. Le ha puesto un acento huracanado al Tribunal Superior de Justicia, por lo general amodorrado. “LERV” marca agenda y pronto va a dar de qué hablar y mucho, tiene sorpresas y variadas.
ESQUINA-BAJAN
Me desvié un poco. Hace un par de días, el ibérico Ríos Vega me invitó a su casa a merendar y a descorchar un vino tinto español de marca rompedora. Brindamos por la vida, por estar vivos. Al preguntarle de cómo era su rutina para evitar la locura y escondérsele a la soledad y al aislamiento, me habló de todos sus pendientes y sentencias en el TSJC, amén de proyectos específicos, artículos especializados para publicaciones en varias partes del mundo y su as secreto: se pelea diario con su gato, el cual le gruñe a este escritor, justo cuando me platicaba de ello el doctor Ríos Vega. Maúlla, salta veloz y ágil sobre un ahuecado sillón y se esconde a mi mirada inquisidora atrás de un librero de caoba. Julio Cortázar se hubiese enamorado de semejante felino de ojos como teas ardientes.
Hay una terapia que no falla, señor lector: ore. Ore usted todo el día y toda la noche si es necesario. Crea o no crea. Ore usted hasta que algo bueno suceda en su vida. Hasta que la angustia y soledad desaparezcan. Ore usted hasta que las sombras y nubarrones se disipen. ¿Sabe usted cuáles son las respuestas de Dios a sus peticiones y ruegos? Dios siempre dice: “Sí” y “Amén”. Y claro, no tenga miedo de pedir. Pero caray, pida cosas grandes, sobradas; bendiciones tan desaforadas y tan grandes, que sólo usted va a saber y nadie más, que fueron enviadas por Dios, el Altísimo. No pida gotas ni chorritos, pida un diluvio de bendiciones. No sea poquitero.
“Pide lo que quieras que yo te dé…”. Se lee en primera de Reyes 3:5. Ayúdele a Dios a que esas bendiciones, sea lo que fuere, se hagan realidad. Ore hasta que eso suceda. Trabaje, luche, levántese más temprano; péinese, acicálese como para ir a un gran teatro y dé usted su mejor función. Esfuércese día con día en ese afán. ¿Cómo liberarse de esta pandemia y mantenernos con salud física y mental? Orando, como bien lo ha recomendado ese hombre de fe, el abogado Eduardo Pacheco. ¿Usted es una mujer u hombre de fe? Pues entonces ni lo dude, crea en la promesa de Dios: “…estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 28:20).
El escritor y maestro de escritores en la SOGEM en México, el conde Armando Oviedo, sortea la crisis yendo diario de viaje a Arabia y a todo el Golfo Pérsico. Lee a sus autores (entre ellos a Abderrahmán Munif), se sumerge en ellos, los subraya con plumón rojo y de noche, regresa cansado a sus aposentos con su esposa, la bella Faby y su hija Darinka. Aguante, lector, encuentre la paz dentro de sí mismo y si no puede, busque ayuda profesional. Todos la necesitamos. Tarde o temprano. Retírese diario y por un buen tiempo a la celda de su corazón (Mateo 6:5). Sin duda, Dios lo va a fortalecer.
LETRAS MINÚSCULAS
“El trabajo continúa./ La tarea nunca termina…”. Robert Creeley. Aférrese a la vida y trabajo. Dios le va a bendecir en su lucha diaria.