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Excesos
Excesos
En la vida no hay término medio,
cada minuto estamos en el filo
del tiempo y de las cosas. El estilo
lo es todo, y se perece en el asedio.
En la agonía no hay punto intermedio,
soy el centro y la órbita, y en vilo,
los excesos son pábulo y pabilo
que dignifican el país del tedio.
Desde el múltiple centro del desorden,
soy otro cada día. Me equilibro:
cada exceso es del otro contrapeso.
Así, cada momento aspira a un orden,
al ser otro, de mí mismo me libro:
es un término medio todo exceso.
Soledad
La soledad no crea al individuo,
lo vuelve en todo caso un ente abstracto,
por sobre la dialéctica del pacto
social, del cual aquel es un residuo.
La soledad me vuelve una persona
que enmascara y transmite el gran silencio:
convertido en oráculo, sentencio
con voz que en realidad nada pregona.
Dice el pueblo sus propias profecías,
referentes a un tiempo fragmentado:
la soledad está del otro lado,
más allá de trabajos y de días.
Es el gran solitario un punto atómico
en el centro del mundo cosmicómico.
Satori
Incluso la experiencia es ilusoria,
una composición de los sentidos;
el tamiz de los datos bien cernidos
descarta fantasías como escoria.
De la imaginación a la memoria,
intercambian los pájaros sus nidos,
el mundo es sólo un cúmulo de ruidos,
la realidad se esfuma en esa euforia.
Aletean las imágenes en vilo,
no hay ojo que contenga esta mirada,
infinitesimal es el contacto.
La espada pende de un apenas hilo,
el aire se extravía en la encrucijada,
naufraga el mundo en el momento exacto.