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Experimento norcoreano
El experimento norcoreano-mexicano lo tenemos aquí muy cerca, en la parte de Monterrey que se conoce como Tierra y Libertad.
Desde los 80 ha venido operando una célula comunitaria de corte socialista que rompe con nuestras costumbres y nuestra cultura. Ha estado gobernada por dirigentes con una orientación comunistoide ajena a nuestro sistema político. Ah, eso sí, con la venia de nuestros Gobiernos municipal, estatal y federal.
Si alguien dice que México es un mosaico multicultural, este experimento norcoreano es un ejemplo extremo. El brote original se bifurcó en dos: uno fue liderado por el Dr. Héctor Camero, Ignacio Staines y Alfredo Verdugo, entre otros. Ellos son gente de trabajo, idealistas, incorruptibles. Participaron en 1985 en la Asamblea Democrática para sanear las leyes electorales.
El otro segmento de TyL quedó en manos de Alberto Anaya, quien se encumbró y ha sido líder eterno del Partido del Trabajo, más su esposa Lupita, Ricardo Cantú y otros. Ellos lograron que “el sistema” los adoptara, como lo ha hecho con López Obrador; y también les llenara los bolsillos de dineros de los que disponen a su antojo.
Repito que no acuso sin pruebas, simplemente afirmo que son muchas las muestras de que algo anda mal desde el momento en que Alberto Anaya no ha permitido ninguna clase de democracia en el PT durante 30 años. Es una versión en pequeño de AMLO, sólo que con más tiempo para demostrar que el socialismo trasnochado y la democracia no se entienden bien.
Ahora, después de décadas de hacer y deshacer a su antojo con los recursos que obtienen del Gobierno para financiar el PT y los CENDIS, el Gobierno federal ha decidido investigar sus cuentas y ha encontrado chequeras particulares rebosantes de millones públicos. Alberto Anaya se refugia en AMLO para que lo proteja, y éste acude al llamado. Claro, encaja perfecto con alimentar su paranoia de los complots incesantes en su contra.
Tenemos dos casos claros de personajes que viven de los subsidios de nuestro sistema político. Que no rinden cuentas a nadie. En Norcorea no hay democracia y no tiene por qué haberla en el experimento norcoreano-mexicano. Lo curioso es que nadie se indigna por este flagrante mal uso de recursos públicos.
Si después de la caída del muro de Berlín en 1989, la disolución de la Unión Soviética poco después y la conversión mundial hacia el capitalismo, seguimos prendiendo veladoras, unas grandes y otras chicas, a tipos como AMLO y Beto Anaya, entonces, merecemos todos los males que nos pueden llegar a través de ellos el día de mañana.
El Lic. César C. Garza García y yo estuvimos a punto de modificar la Constitución de Nuevo León para hacer el acceso a la información de los juicios civiles una garantía constitucional.
Lupita Martínez, la esposa de Anaya, fue el voto que revirtió la mayoría siguiendo la consigna de Natividad González Parás para frenar la reforma y dejarla trunca. Estuvimos tan cerca…
Nuestro sistema político corrupto hace este tipo de sinrazones. Alimenta parásitos para poder utilizarlos en el momento justo. Creo que lo mismo ha pasado con AMLO. Ya cumplió dos veces con la misión de ser el astusta tontos que canalizó votos hacia Felipe Calderón y luego a Peña. Lo malo es que ahora parece que el señor se ha salido del huacal y quiere quedarse con la Presidencia.
Beto Anaya huele un triunfo de AMLO y por eso se le está acercando. No quieren perder su oportunidad para convertir a México en una Norcorea americana. A los dictadorcillos les parece muy bondadoso el sistema de Gobierno norcoreano.
Está mal que hayamos tirado tantos miles de millones en sustentar el sistema de la partidocracia. Peor aún que una buena parte de ese dinero se esté yendo directamente a quienes ni siquiera creen en la democracia y que ahora lloran porque les están esculcando los bolsillos.