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Fabricio Macías es un Sarapero de Saltillo
“No te gustaría debutar esta tarde en Liga Mexicana”, esas fueron las palabras de Rodolfo Ruiz Cabello, presidente adjunto de Saraperos, una mañana de domingo para el saltillense Fabricio Macías. El juvenil pelotero se encontraba de permiso con su familia en Torreón, pero sin pensarlo contestó “voy para allá” al recibir el llamado.
“Lo que quería era llegar al Estadio”, dijo Fabricio, quien relató haber tomado sus maletas para salir junto a su hermano y su cuñado desde la Perla de La Laguna con rumbo a la capital coahuilense, mientras que sus padres y su hermana los alcanzarían más tarde.
Un sacrificio más a la larga lista para lograr el sueño fue perderse una tradicional fiesta familiar, pero valdría la pena, pues estaría como compañero de aquellos jugadores que antes fueron sus ídolos.
El tiempo llegó para Fabricio Macías, quien tomó el lugar del norteamericano Nick Van Stratten en el róster, y en la gira por Reynosa primero suplió a Eliezer Alfonso como corredor emergente.
“Era la sexta entrada, ‘El Matatán’ dio hit y (Fernando) Elizondo me dice ‘Fabricio, corre por El Matatán’... llego a primera y (Eliezer Alfonso) me dice, ‘cómo que usted va a correr por mí, no sabe quién soy yo’, y le digo, ‘no, pues, me dijo Elizondo’, y ya me dice, ‘no se crea mijo, muchas felicidades, nada más acuérdese por quien entró a correr cuando debutó, por El Matatán’, y me hizo su saludo, me abrazó y me dijo, ‘suerte, échele ganas”.
También ante los Broncos, el juvenil saltillense tuvo su primera actuación en los jardines y bateando. “Al día siguiente entré al central por Justin Greene, me va una línea y la atrapé, todo bien, hicimos los 3 outs... cuando seguía yo para batear me toca casa llena, y me dice Elizondo, ‘vas a entrar a batear, pero nada más que te hagan el out ya no te voy a meter’, era nuevo, no sabía si me lo había dicho de juego o en serio... Traen a otro pitcher, era nuevo pitcher (Wilfredo Ramírez) y yo nuevo bateador... dije, ‘me va a querer pasar con recta’, y sí, una recta pegada, a ese primer lanzamiento le tiré y saqué una línea entre short y tercera por el jardín izquierdo, cuando di ese hit Elizondo fue el primero que gritó, ‘¡Era boy!’... todos festejaron, pidieron la bola y me la dieron”, recordó emocionado.
Ese fue el primer turno de Fabricio Macías en Liga Mexicana, uno que jamás olvidará, además de que pegó su primer hit y tuvo su primera carrera producida, remolcando a Rufino Candelario.
A la carrera del juvenil, la cual ha comenzado como profesional de Liga Mexicana, se le suma una pelota con la fecha, la frase “mi primer hit”, del puño y letra de Tony Romero, el bat boy, pues a él lo designaron por tener bonita escritura. Con ello, Fabricio continúa escribiendo su historia, a la cual se le auguran grandes cosas.
Este debut es muy especial, pues son pocos los saltillenses que debutan con Saraperos, además lo hace en un año en el que la LMB abrió las puertas a los peloteros de doble nacionalidad, además de aumentar el número de extranjeros, algo que complima aún más que los juveniles puedan llegar.
El camino fue largo y complicado, desde los 7 años ha sido trabajo, sacrificio y constancia, hoy es una realidad, pero sigue soñando, pues su próximo objetivo son las Grandes Ligas. “Porqué no, si ya logré debutar en Liga Mexicana, que era un sueño, voy por buen camino, ahora seguiré trabajando duro para llegar a Las Mayores”.
Los orígenes de un sueño
El beisbol inició como hobby, hasta que un día los visitó Fernando Villegas, exSarapero oriundo de La Rosa. Mánager infantil y promotor del Rey de los Deportes, el expelotero pidió a Don Enrique, padre de Fabricio, que juntara un grupo de niños para jugar un encuentro amistoso en el ejido, con 7 años de edad, Macías fue uno de ellos.
Sus cualidades saltaron a la vista de Villegas, quien rápidamente lo invitó a formar parte de Tigrillos, equipo de peloteritos que jugaba en las ligas saltillenses.
“Estuve todo un año, aunque no jugaba y era difícil, a veces por lo económico, ir hasta Saltillo un día al entrenamiento y otro a los partidos... Mis papás se desesperaban mucho porque no jugaba y pues no veían avance, muchas veces fuimos hasta la casa del entrenador a pedir mi papelería para darme de baja, pero nunca quiso, porque veía en mi cualidades para correr y lanzar”, relató Fabricio.
Al final de los encuentros, después de no haber jugado, mientras todos los niños compartían el lonche, Fabricio se quedaba a practicar con Villegas. Así fue durante todo ese año.
Para la segunda temporada fue jardinero, y al tener mayor juego comenzó a demostrar sus cualidades y sobresalió de entre los demás. Más tarde, los Tigrillos se dividieron y nacieron par de equipos, Leones y Bravos, éstos últimos con quienes Fabricio viviría sus primeras glorias.
“Jugamos una Final contra ellos y les ganamos para quedar campeones. De hecho fue mi primer Final, me acuerdo que yo estaba en el central, estábamos empatados y sale una línea y me le tiro de cabeza y se me pasa, ahí salieron 2 carreras y se me bajaron los ánimos, era un juego a 7 entradas y estábamos en la quinta... me agarran todos y me empiezan a decir que le eche ganas, y para la sexta, perdiendo por 2, me toca batear con corredores en segunda y en tercera; bateo y le di al tubo de la barda y fue un doble, la gente comenzó a gritar porque se empató el juego, después saqué la carrera y ganamos, quedamos campeones”.
A partir de ahí vinieron los llamados a Estatales, Regionales y Nacionales, siendo en Olimpiadas donde cosechó una plata en Puebla en 2012 con la Categoría 13-14 años, luego en Mexicali 2013 (15-16 años) sumó un bronce, y en Veracruz 2014 (15-16 años) cerró con el oro y fue campeón de bateo.
Para entonces, Fabricio se había puesto en “el ojo del Gato”, pues José Luis García, en ese entonces Gerente Deportivo de Saraperos, decidió firmarlo y trabajar con él.
El camino fue largo, Academia de El Cármen, Nuevo León; Sucursales de Saraperos en la Liga Mayor de la Laguna con San Pedro; Celaya, Guanajuato, con los Cajeteros, y Liga Norte, con los Toritos de Tecate, Baja California.
Los sacrificios, mayores, desde viajar diariamente 90 kilómetros totales de La Rosa a Saltillo para entrenar y de regreso, “cargaba 2 mochilas, una con los libros y otra con mi equipo, salía de la Secundaria y le dejaba una a mi mamá y me iba con la otra al Estadio”; a veces de ride, otras pagando el camión y algunas más gratis con un chofer de los autobuses Saltillo-General Cepeda, a quien le gustaba escuchar todo lo que Fabricio le platicaba sobre sus aventuras en el diamante.
Otros más fueron dejar a la familia para irse a jugar con las sucursales del equipo, largos viajes para regresar a ver a los suyos, aunque fueran sólo unos días; además de tener que hacer una pausa en sus estudios de Preparatoria, la cual piensa continuar, para poder dedicarse de lleno al beisbol.
Todo valió la pena, pues “Paquín” Estrada y la directiva de los Saraperos le tuvieron confianza y dieron la oportunidad de que cumpliera un sueño, debutar en la Liga Mexicana de Beisbol. Hoy Fabricio Macías vive una realidad, pero sus metas han cambiado, pues ahora se ha fijado una meta más alta, llegar a las Grandes Ligas, “porqué no, si ya logré debutar en Liga Mexicana voy por buen camino, ahora seguiré trabajando duro para llegar a Las Mayores”.