Firmeza de carácter: Fidelidad y lealtad por delante

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Firmeza de carácter: Fidelidad y lealtad por delante

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera
Ante la salida de muchos jóvenes de sus estudios y su ingreso al mercado laboral, debemos ponderar algunas ideas sobre el sentido del trabajo

En esta época del año innumerables jóvenes concluyen sus estudios universitarios y empiezan su vida laboral, es fundamental que los nuevos profesionistas tomen conciencia de las responsabilidades que implica esta nueva etapa de su vida, razón por la cual hoy comparto algunas ideas sobre el sentido del trabajo, la fidelidad y la lealtad que todos le debemos al oficio, ya que éste representa uno de los aspectos más sagrados de la vida.

ES NECESARIO

Es cierto, existen personas desleales e infieles a las empresas en donde labran, que no tienen respeto por el oficio que emprenden, pues que son movidas, exclusivamente, por los beneficios,  la conveniencia y el oportunismo; también es innegable que abundan empresas e instituciones que no respetan a sus empleados, a su dignidad, que no tienen empacho por hacer trampa en cuanto a los más elementales derechos contractuales, que manejan una doble moral, que, por tanto jamás podrán obtener el tan anhelado sentido de pertenencia por parte de sus colaboradores. Esta clase de empresas son arcaicas, inmorales y una vergüenza social.

Es necesario recobrar el auténtico sentido del trabajo, que tiene que ver con ese que contribuye a la construcción de uno mismo como ser humano, ese que genera alegría, ese que se emprende no solo por motivos económicos, sino que los trasciende porque la persona sabe que su actividad tiene valor porque ella lo realiza con pasión envolviendo su propio nombre y apellido; es decir, ese que engrandece no por lo que se hace, sino la manera en que se realiza y sobre todo a quien lo hace.

NO HAY DE OTRA

Las empresas si desean sobrevivir deben ser socialmente responsables, mejor socialmente responsivas, no les queda de otra, lo que, entre otras cosas, implica comprender que el primer cliente que se tiene la empresa es aquél que se encuentra en la nómina y, entonces, actuar en consecuencia; esto implica tener claro que lo pactado con su gente obliga y la práctica de despreciar a las personas en su ámbito laboral, genera una cultura de pobreza que, de alguna manera, transciende hacia el mercado.

Estas empresas deberían considerar que el “Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School encontró que con prácticas para conciliar la vida personal con el trabajo, la productividad del empleado aumenta un 21% y el ausentismo se reduce un 20%”, lo cual demuestra que cuando se toma en cuenta a las personas la productividad aumenta.

¿SÓLO EL PAGO?

Es conveniente apuntar que diversos estudios han encontrado que pagar más no necesariamente asegura que exista un ambiente de trabajo agradable; por tanto, generar un ambiente productivo en donde las personas puedan realizarse, es algo que no se puede comprar.

LEALTAD Y FIDELIDAD

Una persona que se mueve por mera conveniencia posiblemente se puede “salir con la suya” en el corto plazo, pero al final del recorrido no creo que se beneficie plenamente. Por otro lado, la lealtad de una persona hacia sí misma, a sus principios, a sus promesas, a su familia, a su comunidad, oficio o empresa, siempre será garantía de coraje y valor, además hablará de un ser humano excepcional, que ha conquistado supremos niveles de dignidad y, por tanto, será acreedor de extraordinarias recompensas.

A todo esto ¿qué significa la lealtad? Leal procede de la voz latina “legalis”, que significa lo que es conforme a la ley; la persona que es leal es un ser de ley; es decir, que se adjudica el deber de cumplir lo prometido y de mantener los ámbitos de convivencia que ha creado libremente. 

La esencia de la lealtad radica en la libertad, pues al cumplir con lo prometido, se formaliza lo que hemos elegido y con ello lo mejor de nosotros mismos, cumpliendo así con el sentido de la mismísima existencia.

FIDERE…

Ser una persona leal advierte calidad, firmeza de carácter y soberanía de espíritu. La lealtad infunde fe, adhesión personal y también fidelidad.

Y si ahora indagamos el significado de la palabra fidelidad, descubriremos que tiene su raíz en la voz latina fides (fe), la cual esta emparentada con fidere (fiar), de donde se deriva confiar, confianza, confidente, confidencia. 

La fidelidad es la respuesta apropiada a una promesa, representa una conducta responsable y creativa; por eso, no podría decirse que alguien “aguanta” porque se es fiel, más bien se es fiel porque se ha sido libre.

Cuando una persona es leal y fiel, manifiesta que ha decidido mantenerse unida a lo que tiene excelencia, a lo valioso y perdurable y, por tanto,  le debe estima y un inmenso respeto tanto a esa unión como así misma.

Una persona es congruente cuando es fiel y leal a la ética, a sus convicciones fundamentales, a las decisiones tomadas, a sus ideales, a su plan de vida, y deja de serlo cuando cede a las conveniencias que son inmorales o impropias.

LO PRONUNCIADO

La lealtad y la fidelidad implican una lúcida voluntad y la capacidad de recrear continuamente la memoria personal para no dejar que se mueran los recuerdos, pues es en el pasado cuando se prometió y es ahora, en el presente, en donde se debe querer cumplir la promesa otorgada. Por eso, la fidelidad y lealtad han de ser tanto más firmes cuando más elevado es el rango de la persona, empresa, o institución a la que uno se ha obligado libremente.

He comentado que la decisión de ser leal o fiel ante algo o alguien representa un acto de libertad. Pero ¿Qué es la libertad? Octavio Paz hermosamente nos dice: “La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Si o No.  En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana”. Por tanto, lo grave de ser desleal o infiel consiste, más que en el mismo hecho, que representa una traición a una promesa originada en un acto libertad, en que se prefiere olvidar la razón, y se opta por hacer a un lado la voluntad para encarcelarse, uno mismo, en la cobardía al enterrar el Sí o el No previamente pronunciados.

CONDENADOS A LA LIBERTAD

Lealtad y fidelidad son actos de libertad. La libertad de espíritu es inevitable; ciertamente, hay personas que deciden encaminar su vida por la conveniencia, por el cambalache, el oportunismo, haciendo de la existencia un infierno; pero también existen personas que son testimonio de rectitud, almas decididas, que optan por lo mejor aunque el camino sea cuesta arriba y que, a pesar de los pesares, se inclinan por lo correcto, que honran su palabra y no toman decisiones menoscabando ni libertad, ni sus convicciones.

Es menester saber si acaso uno es esclavo de las circunstancias, si se vive encadenado a la conveniencia, si eso que hacemos lo forjamos por el premio y no por el amor al oficio, a la empresa, organización o institución en donde se labora.

“Estamos condenados a la libertad”, no decidir es haber decido; por tanto, hay que decidir deliberadamente, entender que “no hay que ceder ni cambiar en nada lo que realmente es sustancial en nuestras convicciones o en la vida, y la lealtad y fidelidad son de esas cosas en las que no se puede ceder un palmo sin traicionarlas y traicionarnos a nosotros mismos”.

Dejemos que los demás piensen y hagan lo que quieran, ser fiel a las convicciones personales es cuestión de honor. Hay que tener en mente que “todo lo que hacemos a otros, nos lo hacemos a nosotros mismos”, que jugar limpio a la vida, tenerle lealtad a nuestro oficio y comprender que es la mismísima libertad la que mueve la existencia es haber encontrado una estupenda fuente de plenitud, pero para eso se requiere firmeza de carácter.

 

cgutierrez@tec.mx

Tec de Monterrey Campus Saltillo

Programa Emprendedor