Recordemos un terrible hecho relativamente reciente de la Historia de la humanidad, uno de esos eventos que son tan catastróficos e impactantes que todos pueden recordar exactamente en dónde estaban y qué hacían cuando sucedió. Por ejemplo, cuando las Torres Gemelas de la ciudad de Nueva York cayeron en aquel atentado del 11 de septiembre de 2001, mi abuela paterna se encontraba en el hospital mientras nosotros, a los pies de su cama, seguíamos las noticias del trágico hecho, minuto a minuto en una televisión de esas antiguas de caja enorme que se usaban antes de la invasión de las pantallas planas.

Cuando ese tipo de hechos suceden, surgen muchas emociones desbordadas por todos lados. A veces, y de un modo inesperado, algunas personas empiezan a sentir angustia y paranoia aunque se encuentren lejos de la tragedia y no estén involucrados en lo absoluto. En el caso de las Torres Gemelas, primero tuvimos una fuerte indigestión de imágenes, noticieros, declaraciones y comentarios editoriales llegados a nosotros desde los medios de comunicación tradicionales pues, cabe recordar, todavía no nacían las redes sociales. Más adelante y después de contemplar miles de veces aquellos aviones estrellarse y ver caer las dos torres en una densa nube de polvo de concreto, llegamos a verlas sin emoción alguna.

Nos pasó como sucede a los diabéticos, que se inyectan la insulina tan seguido, que dejan de sentir el pinchazo de la aguja. Con el tiempo, y para poder continuar con nuestras vidas y construyendo el futuro, todos sentimos la necesidad de dejar de hablar y de pensar en eso. En realidad, es lo más sano que se puede hacer frente a hechos abrumadores: dejarlos atrás. Luego llegaron otras noticias, incluso mucho más positivas, como cuando se construyó la nueva e inmensa torre que ahora sustituye al desaparecido par de rascacielos. Pero si en estos días alguien, con cualquier pretexto, hubiera tratado de resucitar las imágenes de las Torres Gemelas cayendo, con la intención de volver a hacer vigente el tema, muchos se hubieran opuesto con vehemencia. ¡Nadie quiere volver a vivir una tragedia pasada!

Algo parecido sentí con la más reciente noticia de Gloria Trevi. Resulta que los abogados de la cantante han interpuesto una demanda en una corte de Texas contra la comunicadora Patricia Chapoy y la empresa para la cual trabaja, por 180 millones de dólares. Esto lo exigen para reparar el daño que Chapoy causó al conspirar para difamar y denigrar a la Trevi, luego de que ésta se negara a firmar un convenio de exclusividad con la televisora mexicana para la cual Patricia Chapoy todavía trabaja. Estos hechos, negados desde siempre por los ahora acusados, fueron vistos y analizados en Gloria, la película de 2014 dirigida por Christian Keller y protagonizada por Sofía Espinosa.

Dice Gloria Trevi que “no se trata de una venganza…sino…una defensa”. Bueno, esto también está en veremos porque si el juicio, que podría empezar a finales de este año o a inicios del 2018, se desarrolla como la cantante y sus abogados desean yal final Patricia Chapoy termina en la cárcel mientras la Trevi se forra de millones de dólares, a Gloria ese momento le va a saber tan delicioso como una papa ¡con mucha, mucha catsup! Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, y Gloria Trevi ya ha tenido muchos años para enfriar bien la cabeza y planear esta estrategia con lujo de detalles y montones de pruebas reunidas. En estos momentos, Patricia Chapoy debe tener la sonrisa más que congelada.

Por mi parte, no tengo ganas de destapar esta cloaca y volver a vivir toda aquella agotadora telenovela. ¡Por piedad! Vamos a volver a seguir, segundo a segundo, el caso Trevi-Andrade con todos sus sórdidos detalles. Después de 17 años se volverán a poner de moda Sergio, Mary, Aline y sin olvidar a Karina, Karla, Karola y Katia…bueno ¡hasta Ana Dalay! ¡Qué horror! Porque, aunque la acusación sea en esta ocasión de parte de Gloria contra Patricia ésta última, en su defensa, seguramente va a traer del pasado muchos testigos y pruebas que a ella convenga. Uno de los capítulos más perversos y oscuros del mundo del entretenimiento nacional debería quedarse donde estaba hasta hace unos días: en el pasado.

Las mujeres famosas en México andan muy aguerridas, defendiéndose en las cortes. Otra que acaba de hacer lo mismo es Kate del Castillo quien acudió a la sede en Washington de la Organización de los Estados Americanos para denunciar al Gobierno mexicano por haber “pisoteado” sus derechos en el caso del “Chapo” Guzmán. "Venimos aquí a alzar una queja, muy larga, porque se han pisoteado mis derechos humanos y en México no se ha hecho nada. Ha habido un linchamiento a mi persona sin duda, no sé quién específicamente, pero del Gobierno en general, seguro", dijo Kate. Me imagino que, por lo menos durante lo que queda de este sexenio, la famosa actriz no podrá poner un pie en la tierra que la vio nacer.