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Hablemos de Dios 29
En el fondo señor lector, todos los Dioses (incluyendo al diablo, el cual es un ángel caído dice la Biblia) nos envidian. Al menos yo no lo dudo. Si, nos envidian. Somos mortales. ¿Ellos? Ellos deambulan eternamente por este, en ocasiones aburrido Valle de la tierra. Los Dioses buenos, atados al potro de la bondad y la misericordia, nos envidian; los segundos, el diablo, Satanás y toda su corte y séquito infernal, también nos envidian; trabados están al potro de la mentira y del dolor perpetuo. Se fastidian en su cometido.
De aquí entonces los humanos somos unos malagradecidos y unos desdichados. Deberíamos estarles siempre agradecidos a ambos de una cosa certera: vamos a morir. No somos eternos como ellos y ambos nos envidian por este motivo: cualquier momento señor lector, puede ser el último en nuestras vidas, de aquí entonces que todo debe de deslumbrarnos, todo es un perpetuo descubrimiento y todo hay que verlo con buenos ojos porque cualquier momento será el último.
Eso, lo del pecado original de Eva y Adán los cuales lo tenían todo y a la mano para ser felices por siempre en el mítico jardín del Edén, pues al parecer no fue motivo suficiente para que este par de enamorados obedecieran al creador. Pecaron. Amén de trabajar y ganarse el pan con el sudor de su frente, se convirtieron en seres finitos. Murieron. No hay entonces momento más dulce y hermoso que éste precisamente, en el cual estamos vivos. Y nunca, nunca seremos más plenos y gozosos de lo que hoy lo somos.
¿Existe el diablo, el tentador Satanás? La verdad no lo sé. En ocasiones mi decepción es tal, que dudo de Dios. Y si dudo de Dios pues menos me va a interesar una figura arquetípica como lo es el diablo. Conceptos lúcidos al respecto los tiene el maestro Leonardo Boff y el mismísimo teólogo Joseph Ratzinger, los cuales son una aplanadora de pensamiento. Insisto, no quiero convencer a nadie con mis ideas; sólo son eso, ideas echadas al tapete de la discusión para que usted sea el que mejor medite y discurra sobre estas cuestiones.
Ahora bien, si el diablo no existe o bien, éste es tan torpe e ingenuo que no puede ni manifestarse físicamente y menos hacer mella en nuestro acerado corazón y usted es de los seres humanos privilegiados que escoge amar a Dios sobre todas las cosas; pero, siempre hay un pero, un día este gran amor siente usted que no es correspondido por Dios. ¿Lo ha sentido usted alguna vez en su vida? Usted siente un aguijón que lo punza; una duda, un reclamo.
Esquina-bajan
¿Usted le puede reclamar entonces a Dios que no ha merecido lo justo cuando ha sido recto y ecuánime? O bien, usted ha sentido que debe de reclamarle por daños y perjuicios de muy diversa índole como plagas, enfermedades y guerras santas en su nombre. O bien, usted se siente muy a disgusto por las promesas de Dios de que éste ha dicho que viene y viene y pues no, no llega ni se acaba el mundo y su Reino de paz, justicia y amor es más promesa que realidad. Si usted está a disgusto por todo ello, como miles lo están imagino, ¿qué hacer?
Y con esto vuelvo a platicarle a usted que Dios no habla, jamás. No ha hablado ni para contestar… demandas en su contra. Debidamente registradas y en Cortes alrededor del mundo, hay varios juicios en contra de Dios. No es broma. Le doy los nombres de dos demandantes, Pavel Mircea y un Senador norteamericano por el Estado de Nebraska, Ernie Chambers. Son alegatos bien puestos que merecen su lectura. Mucho de este material está disponible de gratis en la red llamada Internet. Un ciudadano, Gerald Mayo, de plano, demandó a Satán y staff. Tampoco llegó Satán a defenderse.
¿Vivir eternamente? Yo en mi caso lo dudo y ni quiero. Si es promesa de Dios y no se la cumple lector, pues puede usted demandarlo, como los anteriores ciudadanos. ¿Estar condenado a las llamas del infierno por siempre? Leamos a Leonardo Boff: “El infierno es decisión de toda una vida y de la totalidad de nuestros actos. Sólo permanece en el infierno quien lo creó para sí, el que se decidió por él…” Sigue el pensador: “Aquellos hombres que buscaron con sinceridad la verdad y la justicia, aunque hayan sido pecadores y hayan estado lejos de Dios por las circunstancias tal vez de educación, malos ejemplos… podrán ahora verlo (al momento de morir) y darle un sí definitivo”.
Letras minúsculas
Dos hombres demandaron a Dios. Uno más a Satán. Ni por bueno uno ni el otro por malvado se manifestaron en la Corte.
Si usted está A ISGUSTO CON dIOS, COMO MILES, SEPA USTED QUE enCortes alrededor deL mundo, hay varios juicios en contra de Dios. No es broma.