Hablemos de Dios 39

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Hablemos de Dios 39

En casa de una de mis hermanas viven dos perros que parecen humanos. A los ingratos animales lo único que les hace falta es hablar. Una es perra de pelaje oscuro, azabache. Es de talla alta e impone el sólo verla. Su nombre es lógico: “Negra”. El otro es un perro casi faldero, pelos por todos lados. Talla chica. Pero más latoso y saltarín que nada, es el “Chapo”. Son de mi sobrina, son de Marcia, la dos. La Marcia grande, la uno, tiene en su casa otros perros, otros animales que da pavor acercárseles. Pero estos animales con sus amos son uno solo. Insisto, sólo les hace falta hablar.

La “Negra” me hace fiesta cuando me ve. Se para de patas y mis sacos y blazers no pocas veces terminan embadurnados por sus patas delanteras. Así son, qué le vamos hacer. Cuando me siento a la mesa a comer o almorzar con mi hermana, pues allá va la enorme “Negra” y se para de patas en la mesa hasta que uno le da un taco. Pero ojo, no comen cualquier cosa. Son sibaritas. Si usted les da algo que no les gusta, lo dejan y se van. Pero, caray, ella espera muy obediente y se inclina cuando uno se lo dice. Luego me busca con el hocico y da golpes en el antebrazo o mano para un motivo: que la acaricie. Esto de las mascotas es de pensarse. A mí en lo personal no me gustan en mi residencia, pero sin estos perros, mi hermana y mis sobrinas no pueden vivir. De hecho, hace poco había toda una revolución en casa de mi hermana por un motivo: la “Negra” tenía un embarazo imaginario. No se ría, lector, el veterinario así lo dijo.

Era toda una historia ver a la pinche “Negra” cómo le aullaba y le lloraba a un muñeco de trapo con el que solía jugar, morder y arrastrar por toda la casa. Pues bien, el animal creyó que era su cría muerta. Para quitarle el montón de trapo fue el pedo. Dictamen médico: embarazo imaginario. Allá iban mis sobrinas con el infeliz animal al veterinario, imagino que a sesiones de terapia, para que la “Negra” dejara ese afiche e hiciera una “vida normal de perro”. Ya luego se le pasó el “embarazo imaginario” al perro y volvió a ser el mismo animal juguetón de siempre. Aunque cuando no conoce al sujeto que se acerca, les ladra con celo y rebeldía.

Los perros pueden ser una buena compañía, pero también, hemos visto en las últimas semanas, pueden llegar a matar, como en varios casos de ataques a humanos que llegan hasta la muerte. Como el sentido caso en Monclova, Coahuila. Un niño de apenas cinco años de edad perdió la vida cuando fue atacado por un feroz perro Pitbull que andaba en la calle. Fue en la colonia Oscar Flores, murió el niño Jesús Salvador.
 
Esquina-bajan

Pero los ataques se han multiplicado. En fechas recientes, un perro agredió a una niña en pleno rostro en Sabinas, Coahuila. La propia madre fue la que trasladó a su hija de apenas un año y seis meses al Seguro Social, la señora Andrea Berenice Dávalos (el 16 de abril). En otro hecho y también en Sabinas (el 22 de marzo), un perro que andaba en la calle mordió a un policía en la mano. Hace días toda una jauría atacó a madre e hija en una colonia del sur de Saltillo. ¿Se debe de sacrificar a estos animales agresivos, se debe de crear una ley exprofeso para regular que usted tenga una mascota de corte belicoso como un Pitbull u otro animal feroz?

Y aquí entramos en materia: ¿qué dice la Biblia al respecto? De una u otra manera, todo mundo tenemos qué convivir con animales. Nos gusten o no. forman parte de nuestra vida. Vivos o muertos. Aunque usted sea vegetariano, los animales están presentes en su vida (su portafolio de piel, su billetera, su auto y su tapizado, su cinto, su bolso…). Dice la Biblia que usted tiene señorío sobre los animales de todo tipo (Génesis 1:28). En las leyes que les dio Dios a los israelitas, es decir, a usted que cree en la Biblia y en Dios, les ordenó que  cuidaran y protegieran a los animales, que les dieran suficiente alimento y que les dejaran descansar (Éxodo 23:4-5 y Deuteronomio 22:10).

Lea usted lo siguiente: “Seis días has de hacer tu trabajo; pero el séptimo día has de desistir, para que descansen tu toro y tu asno” (Éxodo 23:12). Los animales también deben de descansar y ser atendidos sin maltratos. Pero ¿debemos cuidar más a un perro que a nuestro vecino o alguien menesteroso que necesita nuestra ayuda? Absolutamente no. Primero es el ser humano. ¿Deben sacrificarse los perros que atacan a humanos? Eso lo decidirá un juez, no su servidor. Pero eso le pasa a la humanidad por tener y convivir con animales que al final de cuentas son eso, bestias que tienen instinto, jamás inteligencia.

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“El justo está cuidando del alma de su animal doméstico” (Proverbios 12:10). Las mascotas son buenas, pero eso de cebarlas para el combate, está de la patada.