“La verdad no consiste en una determinada teoría, ni en un sistema de especulación filosófica, ni en una concepción intelectual.  La verdad consiste en una perfecta concordancia con la realidad”, escribió Paramahansa Yogananda.

Si a esa magnífica definición publicada en 1945, añadimos una reflexión profunda sobre los conceptos básicos: los criterios de rigor científico y ético que necesitan estar presentes en todo momento en una investigación de verdad. Ganaríamos en madurez ciudadana.

El rigor es un concepto transversal en el desarrollo de un proyecto o mandato de investigación, que permite valorar la aplicación escrupulosa y científica de los métodos de investigación, así como de las técnicas de análisis para el procesamiento de datos.

Las etapas del proceso de investigación cualitativa son dinámicas, no se guían por un proceso lineal, sino que, se van conectando con los hallazgos de evidencia del día a día en campo (qué y cómo sucedió y con qué está relacionado el hecho). Buscar y analizar pruebas objetivas contrastando información, analizando de manera acuciosa. 

También; explorar nuevas líneas conducentes a clarificar un mapa de hechos validados. La validez es la interpretación correcta de los resultados. Se convierte en el soporte fundamental de las investigaciones cualitativas (calidad al detalle) para llegar a la verdad contundente.

Con la frente en alto se va de México el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que concluyó su mandato por voluntad “de arriba”.

Resistió con fortaleza de acantilado la campaña de desprestigio que vino de un mar de corrupción. GIEI entregó a la Procuraduría  General de la República su último informe demoledor con 20 recomendaciones, donde impugnan categóricamente, la versión oficial del caso Ayotzinapa.    

Sin duda, la verdad es el elemento sanador por excelencia para una sociedad productiva. Cada pacto oficial de silencio y ocultamiento es un crimen... con premeditación, alevosía y ventaja.         

¡Decídete a ser feliz hoy!        

   @_A_lfonsina