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Hombres y dichos

Las más antiguas cosas de Catedral, de la Capilla del Santo Cristo y de Saltillo, todas nos las contó el Cronista primero que hubo en la ciudad, el señor cura y bachiller don Pedro Fuentes.

No sólo fue buen historiador, sino que él fue quien abrió a los fieles, en 1800, las puertas de la Catedral, cuya construcción se había comenzado en 1745 y se concluyó hasta 1897 –el año de nacimiento de mi padre-, cuando se acabó de erigir el campanario.

Hombre muy santo y muy leído fue el señor cura Pedro Fuentes. Llegó a Saltillo proveniente de San Antonio, Texas.

También allá había sido cura párroco. Estuvo primero en San Esteban, templo el más viejo de Saltillo. Allá por 1792 el padre Fuentes tomó a su cargo la parroquia que en Catedral tiene su sede.

Entonces escribió páginas muy sabrosas y llenas de buenos datos sobre el pasado de su ciudad. También puso fuegos de devoción en torno de la imagen del Santo Cristo, cuyos milagros narró con fe sencilla y con sencilla pluma.

Murió ese santo varón en el año de Nuestro Señor de 1812. Debemos recordarlo con la gratitud que se guarda a aquellos que con palabra y obra buscaron el bien de los demás. Con celo de buen pastor se entregó todo al cuidado de su rebaño, que lo buscaba como a padre amoroso y consejero.

¡Cuánto bien hizo a Saltillo el señor cura Pedro Fuentes!

En estos días me apliqué en su homenaje -aficionado como soy a la paremiología- a espigar, de entre los refranes de mi colección, aquéllos que tienen que ver con cosas de Dios o de la religión.

Con esos refranes lleno mi articulejo de hoy.

“Un rato de Cristo y otro de pisto”.

“Yo soy el apóstol trece, que come y desaparece”.

“De que Dios dice a fregar, del cielo caen escobetas”.

“Dar limosna con tambor no agrada a Nuestro Señor”.

“Que Dios me libre de un rayo, de un burro en el mes de mayo y de un pendejo a caballo”.

“Socorrer al pordiosero es prestar a Dios dinero”.

“Secreto de dos, es de Dios; secreto de tres, del diablo es”.

“A mal Cristo, mucha sangre”.

“El yo yo, el diablo lo inventó”.

“Familia, sólo la Sagrada, y eso en la pared colgada”.

“Ni sobre Dios hay señor ni sobre sal hay sabor”.

“Entre santos seré santo, y entre diablos otro tanto”.

“A mí no me tizna el cura ni en Miércoles de Ceniza”.

“¡Ay, Dios eterno, mándale a mi madre un yerno!”.

“Hace más cardenales una tranca que un Papa”.

“El cura y el que cura no tienen hora segura”.

“Cuando la limosna es tarde ni los santos la agradecen”.

“Por un besito ni dos a nadie castiga Dios”.

“Hay beatas y santurrones en el infierno a montones”.

“Unas nacen pa’ servir a Dios, y otras pa’ servir a veintidós”.

“El que peca y reza, empata”.

“Como Dios pudo escoger, se hizo hombre y no mujer”.

“¡Qué ha de dar San Sebastián, cuando ni calzones tiene!”.

Y finalmente:

“Ruega a Dios por los pendejos, para que nunca se acaben”.