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Los primeros minutos del 9 de diciembre de 1980, mi madre, que en ese tiempo trabajaba como jefa de redacción del periódico “El Tiempo de Monclova”, recibió a través del télex, hoy un extraño y primitivo aparato, pero que en su momento, para los medios de comunicación fue una especie de precursor del Twitter, con noticias en tiempo real, una terrible y triste noticia que marcó a toda una generación. 

Por supuesto que la nota a la que me refiero se llevó las ocho columnas no sólo del periódico para el que trabajaba, sino de todos los periódicos y noticieros de radio y televisión en el mundo. Esa noche al terminar su jornada, ya de madrugada, llegó a la casa y me despertó. 
Ella lloraba y aún recuerdo con claridad sus palabras: “Marcos, mataron a John Lennon”. El cable noticioso decía que John Winston Lennon había sido asesinado a las 10:49 de la noche del 8 de diciembre al llegar a su departamento en la calle Dakota, frente al Parque Central en Nueva York.

Yo tenía nueve años y conocía su obra por los discos de mi madre y mis tíos que no se cansaban de poner todo el día. Aun así, a esa edad no alcancé a comprender la verdadera dimensión de la tragedia. Asesinar a quién le cantaba a la paz y se oponía a las guerras. Un hombre que tuvo una infancia infeliz, marcada por el abandono de su padre y la muerte de su madre. Que siempre estuvo envuelto en el escándalo, con una personalidad complicada que rayaba en el egocentrismo, pero con un genio musical que no estaba a discusión.

El líder que, junto a Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison, fundó The Beatles, el grupo que con 13 álbumes, entre ellos “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, “A Hard Day’s Night”, “Yellow Submarine”, “Abbey Road” y “Let it Be”, se convertiría, aun luego de casi 50 años de haberse separado, en la banda de música más importante de todos los tiempos y cuya colección completa conservo gracias a la generosidad de mi amigo José María González Lara, el más fiel admirador del cuarteto del Liverpool en Saltillo.

La fama adquirida con The Beatles sumada a su personalidad convirtieron a Lennon en el más grande artista sobre la tierra. Todo lo que hacía o decía se transformaba en una especie de movimiento. Tuvo momentos memorables, como aquella estancia en el hotel Hilton de Ámsterdam junto a Yoko, promoviendo desnudos las jornadas “En la cama por la paz”, o los carteles que imprimió en diciembre de 1969 que decían: “La guerra ha terminado” (Si usted así lo desea) ¡Feliz Navidad de John y Yoko!”.

Eso hizo con su lucha por la paz y en contra de la guerra de Vietnam un hecho que ocasionó una virulenta respuesta del “establishment” de los Estados Unidos, que inició un juicio para expulsarlo de ese país, un oscuro episodio para las libertades.

Pero luchar por la paz puede llegar a costar la vida y hoy, a 37 años de su muerte, el mundo no es un mejor lugar para vivir. La violencia que combatió sigue presente y se enseñorea por todo el planeta. Las guerras sólo han mudado de continente, pero quienes las provocan y las causas siguen siendo las mismas: poder, petróleo y religión. Todo sigue igual o aun peor. 

El mundo no ha sido capaz de darle “una oportunidad a la paz”, como predica la letra de una de sus canciones, mucho menos al conocer que más de 90 millones de personas han muerto en guerras que él no alcanzó a ver. 

Guerras igual de absurdas que las que combatió: Irak, Afganistán, Siria, Bosnia, Sudan, Libia, Somalia, el terrorismo, los conflictos civiles en Centroamérica o los más de 100 mil muertos en la guerra contra el crimen organizado en México.

John Lennon fue un Beatle catalogado como impredecible. Un ser humano lleno de contradicciones y debilidades, pero que iluminó a toda una generación con su grandeza. Su compromiso social y su talento están fuera de dudas y muchos aún “imaginan”, como él lo hacía, un mundo en donde no haya países, sin nada por lo que matar o morir, sin religiones, viviendo la vida en paz. Imaginando que no hay posesiones y ninguna necesidad de codicia o hambre, una hermandad del hombre, imaginando a toda la gente compartiendo todo el mundo.

Pues, como afirmaba Lennon en la letra de su canción más famosa e icónica, y que da título a este artículo: “Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único, y espero que algún día te nos unas y el mundo vivirá como uno solo”.

@marcosduranf