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Impunidad es la divisa
El mejor dirigente es aquel al cual admiramos e imitamos. El mejor guía para nosotros es aquel que posee virtudes dignas de admirarse y seguirse. ¿Cuáles cualidades son las que usted admira en un líder? ¿La valentía?, ¿la sabiduría?, ¿el don de mando?, ¿su temperamento?, ¿su perseverancia?, ¿su compasión?, ¿su estrategia ante las adversidades? Imagino, usted tiene también otra lista con otras cualidades a imitar y respetar. También imagino, usted tiene a su propio líder a seguir en pasos sobre la tierra. Hay líderes que son imitados desde siempre: Martin Luther King (su búsqueda de la igualdad en los derechos de los negros), la madre Teresa de Calcuta (que nunca fue madre, pues; era sólo una religiosa más, la cual tienen sobre sus espaldas el nunca haber rescatado a nadie de la mendicidad, sólo se ocupaba de verlos morir. Hay gente que le ve cualidades, en fin), Mahatma Gandhi (su posición granítica de la no violencia para lograr un fin), Jesucristo (para muchos, el hijo de Dios o de plano, Dios mismo), Alejandro Magno (el más grande conquistador y estratega militar de todos los tiempos)…
Igual, imagino, estimado lector, tiene usted a su líder favorito del cual lo ha leído todo y lo sabe todo, por lo cual usted no duda en imitar sus pasos para así lograr sus objetivos. ¿Usted tiene como gurú a seguir, al cacique de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador? Pues yo respetaría su posición. Sólo eso. ¿Yo? Pues yo tengo mis ídolos a seguir e imitar: como me creo hijo de Dios altísimo y no descendiente de un simio, pues sigo al carpintero Jesucristo y sus dotes y clases de liderazgo. Sigo a Francis Scott Fitzgerald, aunque tal vez sólo soy un pálido reflejo y torpe imitación en materia etílica. Sus letras siguen doradas y las mías envejecen rápidamente. Sigo las letras dejadas por don Tomás Eloy Martínez, a José Antonio Ramos Sucre, Efrén Rebolledo… en fin.
¿Seguir al boquiflojo de Tabasco, Andrés Manuel López Obrador? Ni pensarlo. Él mismo ha dicho que es un hombre de fe y carga con fetiches y estampitas milagrosas en sus bolsillos (una mente primitiva, pues. Pero lo dice y lo hace para conectar con sus gobernados. Y él lo sabe, la ignorancia es el común rasero de los millones de mexicanos que creen en sus dichos y palabras), y como es un hombre de “fe”, dice ser cristiano y seguir a Jesucristo… pero jamás realiza dicha voluntad. AMLO, cuando no miente, engaña. Para todo, siempre tiene un doble rasero (sus datos, sus otros datos), lo cual habla de un hombre que no sigue un orden constitucional, sino su sed personal de venganza.
En horario estelar de su conferencia mañanera, enseñó el video de los panistas recibiendo dinero por el orden de los 2.4 millones de pesos. Implicados están Jorge Luis Lavalle y Francisco Domínguez (hoy Gobernador de Querétaro). Eso, ladró desde su mañanera el mártir del País, era corrupción. Pero, luego, salió el video de su hermano, Pío López Obrador recibiendo igual fajos de dinero en bolsas de papel estraza. ¿Qué fue eso? “cooperación”, “donación de la gente humilde”. Un delito es un delito.
ESQUINA-BAJAN
Dijo AMLO, recibir gruesos fajos de billetes durante su campaña no fue “corrupción” sino “cooperación”. Ya aceptó el delito. Aunque trate de engatusar con la semántica. Es un delito electoral: haber aceptado dinero en efectivo para una campaña y no reportarlo a la autoridad. Así de sencillo. AMLO se sigue manejando por la bilis negra y amarilla y no con la razón. Sus flemas de drenaje profundo a todo mundo alcanzan. Hoy le han contestado con un solo obús muy bien plantado y se ha vuelto peor de intolerante que nunca.
López Obrador sigue instalado en su pendencia, sigue como agitador de las masas. Se comporta como un agitador profesional y no como Presidente de un país que lo necesita para crecer. Al menos, para sobrevivir. País de un solo hombre, su poder presidencial ya es bestial y con una fuerza de oposición harto disminuida, el Presidente diariamente minimiza y destruye a las instituciones adversas a sus sueños imperiales de gran Tlatoani, critica a los medios de comunicación críticos con su errático accionar, se erige diario en gran juez y verdugo (de allí que transmita los videos de sus adversarios que dice él, son de “interés público”. Pero nunca transmitió el de su hermano recibiendo hartos billetes), pide justicia para sus enemigos y clemencia para sus allegados corruptos…
¿Esto es lo que usted admira en un líder como AMLO? Si así es, yo respetaría su posición, señor lector. A Emilio Lozoya y a los involucrados en su declaración los ha victimizado casi cotidianamente. ¿Dinero recibido por familiares y adeptos ciegos y sordos a su mesianismo de chayote? Pues no son corruptos, sino que hicieron una acción patriótica, revolucionaria y admirable. Tanto como la de doña Leona Vicario en su momento. Puf. ¡Qué locura ya de país y de sus principales figuras en el poder! Insisto, quien habrá de condenar, sepultar o exonerar a un presunto delincuente, es un juez, no las vísceras flemáticas de López Obrador. Las denuncias duermen el sueño de los justos y hay ponderación y clases sociales al respecto: Rosario Robles en la cárcel (sigo preguntando si su protegido Javier “El Tibio” Guerrero ya fue a visitarla) y Emilio Lozoya en su casa, salvando sus millones y su pellejo, lo que quede de él luego del galimatías legal. Vamos a resumir y deletrear lo siguiente:
LETRAS MINÚSCULAS
Hay una cosa clara en todo este embrollo de videos, dineros y mentiras: 94.6 por ciento es el Índice de Impunidad Federal (casos conocidos, pero no resueltos). Con AMLO o sin él, la impunidad es la divisa.