Apenas unas horas después de asumir la Presidencia de los Estados Unidos, el demócrata Joe Biden dejó claro que la continuidad de lo hecho por su predecesor no será uno de los signos de su paso por la Casa Blanca.

Y para dejarlo absolutamente claro firmó 17 órdenes ejecutivas que revierten muchas de las políticas impulsadas por Trump. Varias de esas órdenes implican la implementación de políticas que tienen interés para nuestro país, significativamente las relacionadas con la inmigración y el combate de la pandemia.

En el primer caso, la firma de una orden que protege de la deportación a los denominados “dreamers”, jóvenes adultos que llegaron a Estados Unidos siendo niños, y la que ordena detener la construcción del muro en la frontera con nuestro país representan auténticas vueltas en redondo en posiciones de franca agresión hacia México asumidas por Trump.

En el segundo caso, el hecho de que el presidente Biden haya decidido volver obligatorio el uso de mascarillas en todas las instalaciones federales durante los primeros 100 días de su administración representa una modificación radical de la visión sobre las medidas de prevención contra el COVID-19.

Más allá de saludar las acciones que ponen fin a una era de agresión permanente contra nuestro país -específicamente en lo que hace a la construcción del muro, que Trump presumió en las últimas horas de su mandato- las medidas dictadas para modificar la estrategia para atender la pandemia deben ser analizadas por el Gobierno de México.

Esto es así, porque compartimos una muy extensa frontera que ha permanecido cerrada para los mexicanos durante muchos meses y de no existir coordinación en la implementación de políticas sanitarias el cierre fronterizo podría prolongarse aún más.

Igualmente revisten interés para México las decisiones tomadas en las primeras horas de la administración Biden sobre el cambio climático, pues el retorno de Estados Unidos al Acuerdo de París podría traducirse en presiones internacionales para que nuestro país avance en el cumplimiento de compromisos a los cuales se les ha dado la espalda en los últimos dos años.

Paradójicamente, pareciera que al gobierno de Andrés Manuel López Obrador le resultaba más “cómodo” trabajar con un individuo que nos agravió de forma permanente e implementó múltiples políticas que atentaron contra nuestra soberanía, que hacerlo con quien ayer asumió la Presidencia de los Estados Unidos y, a diferencia de su antecesor, no basó su campaña política en el insulto hacia nuestra nación.

Habrá que observar con detenimiento la forma como evolucione la relación bilateral, así como la estrategia que se despliegue desde acá para reaccionar ante las decisiones tomadas por el nuevo mandatario estadounidense y tienen impacto -directo o indirecto- en nuestro país.

Cabe esperar en este sentido, que los gestos iniciales realizados por Biden y que demuestran una vocación de mayor respeto hacia México sirvan para avanzar rápidamente en la reconstrucción de una relación que no ha comenzado precisamente con el pie derecho.

Los gestos iniciales realizados por Biden y que demuestran una vocación de mayor respeto hacia México sirvan para avanzar rápidamente en la reconstrucción de la relación bilateral.