Intereses políticos

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Intereses políticos

La fortaleza de las instituciones sería el contrapeso que garantizaría que los intereses políticos jamás deben de estar por encima de los ordenamientos jurídicos.  

La democracia es la forma de gobierno en la que los ciudadanos escogen a los gobernantes que los representarán en la conducción del País, y éstos últimos protestan guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y “desempeñar leal y patrióticamente el cargo que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere, que la Nación me lo demande”.   

Juran poniendo la mano sobre la Constitución, pero como si se tratara del producto ferretero llamado “tres en uno” y combinado con otro llamado “afloja todo”, cada Presidente de la República y cada Gobernador del Estado no quitan la mano y se convierten en generadores de iniciativas de ley que envían al Poder Legislativo, que renuncia a legislar y se limita a redactar pronto y mal lo que el Ejecutivo ordene.

Así llegamos a 700 reformas en 100 años en la Constitución General de la República Mexicana. No hay elementos para ver, sentir y vivir que miren en todo por el bien y la prosperidad de la Unión. Aunque el pueblo les demande, ellos están atentos a su esfera personal; y así tenemos kilómetros de ley y toneladas de impunidad. De cada 100 delitos, 98 quedan en la impunidad, y el Poder Judicial jamás toca a los de cuello blanco. Al contrario, el “sistema” les  da el pitazo, les regala todo el tiempo del mundo y hartas facilidades para que los saqueadores huyan de México y vivan felices para siempre.

A nivel local, aún recordamos cómo en la toma de protesta, el alcalde Isidro López interrumpió su perorata que nada tenía que ver con el acto solemne para decir “Ah… protesto”; su brazo derecho subía y bajaba 15 centímetros. Los primeros dos días de mandato no se presentó a trabajar porque estaba indispuesto (como algunos nenes el primer día de maternal), luego fue el desdén, la total falta de compromiso, holgazanería, vacaciones y grilla. Dejó escapar la oportunidad de su vida: trabajar de verdad por los saltillenses.

Todavía está gastando nuestro dinero en spots de seguridad y la mejor ciudad para vivir, mientras dejó la ciudad al garete. Sus asesores cobraron y se largaron, sigue la Alcaldía sin pies ni cabeza, sin transparencia. Recibió el cargo con cero deuda pública; a enero de 2017 cierra con casi 200 millones de pesos en números rojos.

¡Decídete a ser feliz hoy!

@_A_lfonsina