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Jesús Javier Valdés, un papá que lucha por sus hijos
Un físico que impone respeto, conocmientos y habilidades en tácticas policiales, experimentado artemarcialista; sin duda un hombre que vive a diario la adrenalina... pero Jesús Javier Valdés es un papá que lucha por sus cuatro hijos: Lester, Irene, Bruno y Andrés.
El bullying en su niñez y juventud llevó a J.J. Harper, como lo conocen sus amigos, a introducirse en el mundo de las artes marciales, sin pensar que se convertiría en un estilo de vida y hasta el sustento de sus hijos.
“Me hacían mucho bullying de chavillo, y ya lo que fue en la Prepa fue el detonante para empezar a meterme al Box y Lucha; a partir de ahí me fui interesando más en las artes marciales, más grande empecé con el Jiu Jitsu y el Kick Boxing, ya tenía bases”, recordó.
Con sus conocimientos y el trabajo diario comenzó a dedicarse a la seguridad, labor que le abrió el camino a nuevos aprendizajes y a una de sus pasiones, el Krav Magá, sistema militar israelí.
“Estaba trabajando como escolta en Saltillo, y nos mandaron a una escuela especializada y así conocí el Krav Magá; gracias a mi profesión, me interesé más en este sistema policiaco y de seguridad, y ya son, hasta ahorita, 7 años con el Krav Magá”.
Ahora su vida gira en torno a las artes marciales y sistemas de defensa, realizando en ocasiones hasta tres o cuatro trabajos que van desde instructor, réfere, seguridad o hasta escolta, a veces viviendo riesgos, pero siempre haciéndolo por sus hijos. “No es tan difícil como algunos piensan, eso sí, hay que talonearle más, hay veces que duermo sólo 3 ó 4 horas al día, pero no hay de otra”.
Las artes marciales le han dejado grandes satisfacciones y en especial enseñanzas, “el respeto ante todo... a las personas en general”, algo que buscó transmitir a sus muchachos.
Por ello, J.J. acercó a sus pequeños a esta actividad, encontrando ahí un pasatiempo que hoy disfrutan en familia, pues a los cuatro les encantó.
Desde las 16:00 horas, Jesús Javier recoje a sus hijos y se dirigen a los entrenamientos, aprovechando el tiempo para platicar, darles consejos, ir por un helado, ver alguna película en el cine o hasta hacer tareas, todo eso combinado con los entrenamientos. “Para que no digan que sólo los llevo a correr, también hay otras formas de divertirse”, comentó.
Esto inició años atrás, cuando J.J. Harper llevó a sus hijos a un seminario de Krav Magá, “para que conocieran un poquito de lo que se trataba y les gustó, en especial a Bruno”, recordó.
“Tengo todavía un mensaje que me escribió desde el celular de su mamá que decía ‘papá Krav Magá porfis’, casi se me salen las lágrimas... a este le va a gustar pensé, y comencé a llevarlos”.
Cada uno eligió su disciplina, y cada uno ha sabido sacarle provecho, hasta el más pequeño, Andrés de 4 años, quien ya gusta por correr entre los tatámis, practicar algo de Box y de Jiu Jitsu.
Lester, el mayor de los hermanos con 18 años, practica MMA, Muay Thai y Lucha; de ellas aprendió a
no rendirse y a buscar cumplir con los objetivos que se traza.
“Hace poco tuve una plática con mi hijo (Lester) ahora que cumplió 18 años, y me dijo que gracias a lo que le estoy inculcando con las artes marciales ha llegado hasta donde está. ‘Me enseñaste a que no me puedo rajar, no puedo abandonar”, comentó Jesús Javier, quien con orgullo comenta que su hijo ya se compró su propio carro, “es un carrito humilde, sencillo, pero él lo compró... y ya entró a la ingeniería”, añadió.
Por su parte, Irene, con 14 años, es una atleta dedicada 100 por ciento al Jiu Jitsu; ella cambió los ponys y el ballet por el kimono y los tatamis.
“De tanto ver a sus hermanos empezó a intererarse, le gustó el Jiu Jitsu y fue un cambio completo, ahora se dedica demasiado al Jiu Jitsu y ha subido mucho de nivel en base al entrenamiento”.
Por su parte, Bruno, a sus 11 años, suma gran experiencia en MMA, Muay Thai, Lucha y Jiu Jitsu; participando en eventos locales, regionales y nacionales en las diferentes disciplinas.
Esos momentos, no sólo con Bruno, cuando deja de ser una práctica y se convierte en un combate, se viven totalmente diferente para J.J. Harper.
“Es el día de la pelea y yo ando más nervioso que ellos, como si yo fuera a pelear, pero los veo a los ojos y andan como si nada, es como un juego para ellos, entonces veo su confianza y me tranquilizo”, explicó.
Los combates tienen dos caras, el triunfo y la derrota, pero para Jesús Javier Valdés y sus muchachos ambas son buenas.
“Cuando llegan los logros viene la satisfacción y el orgullo compartido, es cuando dices ‘ganamos’, el triunfo es de él, pero también me siento ganador por todo el tiempo que le estamos dedicando a esto de las artes marciales”, dijo.
“Y una derrota nunca es mala, te ayudan a checar los limitantes, tus fallas y lo que debes corregir y mejorar. Sí da coraje, especialmente cuando es una injusticia de que no marcaron puntos o si el juez estaba muy cargado del otro lado, pero no nos afecta... nosotros venimos y hacemos nuestro trabajo y es cuando vemos que no fue una derrota, simplemente el otro fue mejor”, agregó.
Así es la vida diaria para J.J. Harper y sus pequeños, quienes encontraron en las artes marciales una forma de convivir en familia.
“Muchos piensan que es violencia, pero no; esto es disciplina, autoestima, la propia seguridad, salud... simplemente es caminar por la vida tranquilo”, sentenció.